El papa Francisco glosó el Evangelio de los discípulos de Emaús, propio de este 2º Domingo de Pascua en su alocución previa al rezo del Regina Coeli, de ayer en San Pedro. El Santo Padre destacó que “el camino de Emaús se convierte así, en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son indispensables para el encuentro con el Señor”.

El papa Francisco terminó su exhortación a la oración mariana, afirmando que “hay siempre una Palabra de Dios que nos guía en nuestra desorientación. Y que, en nuestro cansancio y desilusión, hay siempre un pan partido que nos ayuda a ir adelante en el camino”.

Palabras del papa Francisco antes del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo, que es el tercer domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús (cfr Lc 24,13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, después de su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su pueblo, llamado precisamente, Emaús. En el trayecto Jesús resucitado se acercó a ellos, pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles tan tristes, Él, primero los ayudó a entender que la pasión y la muerte de Mesías estaban previstas en el designio de Dios y preanunciadas en las Sagradas Escrituras; y así reencendió el fuego de esperanza en sus corazones.

A ese punto, los dos discípulos advirtieron una extraordinaria atracción hacia aquel hombre misterioso, y lo invitaron a quedarse con ellos esa noche. Jesús aceptó y entró en su casa. Y cuando estando en la mesa bendijo el pan y lo partió, ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. Después de haber sido iluminados por la Palabra, habían reconocido a Jesús resucitado en el partir del pan, nuevo signo de su presencia. Inmediatamente sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén para referir a los otros discípulos su experiencia, que habían encontrado a Jesús vivo y lo habían reconocido en aquel gesto de la fracción del pan.

    Web oficial de San Juan de Ávila

    Sobre San Juan de Ávila