Ayer, miércoles 9 de octubre, en Santiago de Compostela, dentro del ciclo de formación permanente de los sacerdotes compostelanos, y que como cada miércoles se desarrolla en el Instituto Teológico Compostelano, la religiosa franciscana misionera, Sofía Quintáns, nos hablaba del papel y de los retos que la vida religiosa aporta y plantea a la nueva evangelización. Ante casi un medio centenar de sacerdotes y párrocos, la joven religiosa de Vilagarcía de Arousa, ofrecía su personal y fresco testimonio, que quiso unir a la larga y secular experiencia evangelizadora que desde siempre la vida religiosa ha desarrollado en la Iglesia.
La radicalidad a la hora de vivir el Evangelio, que es propia de la vida consagrada –nos decía la Sofía‒ la convierten en “una forma extrema de vida cristiana en el mundo” y se vuelve, por ello, en un signo muy claro del Evangelio y, por tanto, en un potente motor para su anuncio y su comunicación. Esta misma radicalidad de la vida religiosa ha permitido y permite hoy a la Iglesia llegar a las nuevas “fronteras geográficas, sociales, culturales y existenciales”. En este sentido, la historia milenaria de la Iglesia atestigua ‒como nos decía durante su intervención la joven consagrada‒ un pasado glorioso donde la vida religiosa y consagrada estuvo siempre en el mismo corazón de la Iglesia como elemento decisivo para su misión; y, consecuentemente, anuncia en el presente un horizonte abierto y lleno de esperanza, pues permite crear nuevas y creativas presencias de la Iglesia en estas nuevas fronteras del hoy: la frontera de la juventud, de la educación, de los medios de comunicación, de las migraciones, de los pobres, de los enfermos y de los que sufren, de los hombres y mujeres que tienen sed espiritual y están en búsqueda, etc. Por todo ello ‒concluía‒ “la vida religiosa es, por sí misma y por su propia naturaleza, evangelizadora”.
La hermana Sofía nos invitaba a los sacerdotes a pensar e identificar las nuevas fronteras y nuevos areópagos geográficos, sociales y culturales de la Iglesia y, concretamente, de nuestras parroquias; y a tender, por otro lado, puentes de colaboración mutua entre las acciones pastorales de la parroquia y los diversos carismas que encarnan la vida religiosa. En este sentido, el Sínodo diocesano que estamos celebrando en nuestra Diócesis compostelana, como auspiciaba uno de los sacerdotes asistentes, tendría aquí uno de sus principales retos.
Para concluir, a nadie se nos pasa desapercibido que, en nuestras catequesis parroquiales, contamos con la presencia y la colaboración inestimable de tantos religiosos y religiosas, consagradas y consagrados. Ellos, desde la multiplicidad de sus específicos carismas, enriquecen nuestras catequesis y catecismos parroquiales con aspectos complementarios del Evangelio. Para vosotros y vosotras va nuestro agradecimiento por el testimonio de vuestra vida y la misión que desarrolláis, así como también nuestra oración. Que Dios siga suscitando nuevas vocaciones religiosas, que son los luminosos reflejos del multiforme prisma del Evangelio, y hoy representan la novedosa pluralidad de carismas con las que personalizar el nuevo ardor, los nuevos métodos y las nuevas expresiones para que el Evangelio vuelva a ser nueva y buena Noticia en el mundo actual. Y a Sofía la animamos y encomendamos en su nueva misión evangelizadora en Angola.
Miguel López Varela
Delegado Pastoral de Catequesis