Mons. D. Mauro Piacenza, Prefecto de la Congregación del Clero, fue el encargado de inaugurar la cuadragésimosegunda edición del encuentro de Rectores y Formadores de Seminarios Mayores de España. Su  ponencia «Recepción, actualidad y perspectivas de futuro de la  exhortación apostólica Pastores dabo vobis» fue la primera de las sesiones de este encuentro. En una entrevista concedida a Agencia SIC, Mons. Piacenza desgrana los puntos principales de esta intervención y su trascendencia en la vida de los sacerdotes y la comunidad eclesial.

P- Su  intervención en este encuentro de rectores y formadores de Seminarios mayores de España ha estado centrada en los frutos y la acogida de la Exhortación Apostólica  “Pastores dabo vobis”  publicada hace dos decenios. ¿Cómo ha sido esta acogida en las diferentes iglesias particulares?

R- La “Pastores dabo vobis”  fue recibida de modo muy entusiasta. Era importante la realización de un documento que tratara las líneas principales de la formación sacerdotal; por tanto,  se trató de un sínodo muy participado y muy sentido por los obispos, ya que  la cuestión vocacional  es un tema muy importante para los obispos.

En aquellos momentos, la Iglesia estaba pasando de una fase previa,  en la que existía cierta  incomprensión acerca del ministerio del Orden,  fruto de una cierta contestación… a un momento de  estabilización de las vocaciones, así como un nuevo empeño de las diócesis  y de los obispos en el tema de las vocaciones, el seminario, etc.  Por tanto, la recepción ha sido muy positiva.

La aplicación ha sido quizás más ‘fatigosa’, ciertamente el paso de la teoría a la práctica es más difícil. La situación depende mucho de las iglesias locales. Por ejemplo, desde el punto de vista intelectual, de las  facultades teológicas o  seminarios… existía todavía  una cierta presencia del espíritu mundano, un modo de la comprensión teológica que veía el ministerio sacerdotal desde un punto más ‘democraticista ‘que sacramental…  Aquellas personas han sentido  la necesidad de renovarse en esta última dirección. Por tanto puede decirse que se ha realizado un buen tramo del camino para la reconstrucción de esta concepción positiva en torno a la figura del sacerdote.

Es verdad que hay todavía algunos fallos, pero el tono general es positivo: la conciencia de que el ministerio del orden es para la gente y por tanto se requiere que el sacerdote este en medio de la gente y al mismo tiempo una permanencia de la ortodoxia sobre la concepción sacerdotal del ministerio y de su sacramentalidad.

Hay una nueva fecundidad en  el descubrimiento del estar con Dios y del hecho de que estar con la gente, ir a la gente, presupone estar con el Señor. Por lo tanto, se llega a la conclusión natural de la necesidad de estar corazón con corazón con el Señor. Y sobre este camino considero que se ha avanzado bastante. También en este pontificado, en el que ha surgido un gran interés de volver a la cura pastoral de la gente,  esta concepción  beneficia esta tarea de cura pastoral propuesta por el Santo Padre.

P- La Iglesia en España ha visto cómo, en los últimos años, las vocaciones sacerdotales experimentan un ligero, pero continuado repunte. ¿Supone esto el fin de la sequía vocacional? ¿Se nota, en otras comunidades eclesiales, esta nueva ‘primavera vocacional’?

R- Yo creo que el panorama no es el mismo en todos los sitios. Naturalmente, es distinta la situación de países que son tierra de misiones, en el sentido tradicional de la palabra, en donde hay un gran fervor de las vocaciones y en las que se presenta el problema de poder educar estas vocaciones, ayudar en el discernimiento, etc.

En Europa y Norteamérica ha habido una gran crisis vocacional, que yo no digo que sea una crisis de las vocaciones sino más bien una crisis de respuesta. Porque el Señor continúa llamando,  pero hay mucho ruido alrededor, en nuestra sociedad… y existe poco silencio interior, por lo que es difícil escuchar la Voz que susurra corazón a corazón, la voz del Señor.

Pero las vocaciones siempre están y hoy podemos decir que el crecimiento lento pero progresivo que hay en España en buena medida se está dando en otros países europeos y norteamericanos.

Quizás un poco menos en ciertos países de Centro Europa donde la secularización había llegado a un punto muy alto,.. Aunque en estos países también hay espacios para la oración y existe una gran nostalgia de las cosas del Señor. La gente está saturada de secularización y siente cierta nostalgia porque, como dice San Agustín el corazón del hombre está hecho para Dios y no reposa hasta que llega a Dios. En estas sociedades están creciendo, poco a poco, las vocaciones y necesitan buena doctrina, santidad de vida y una generosidad inmensa hacia la gente. Si les damos este alimento, esta formación, las respuestas vocacionales llegan.

P- Uno de los puntos de su intervención se ha centrado en la necesidad de la oración de todos los cristianos por las vocaciones. Incluso se ha referido a iniciativas concretas ¿cómo concienciar a los fieles de la naturaleza vocacional de toda vida cristiana?


R- Considero que éste es el punto central porque nosotros somos la Iglesia y no somos una empresa. No podemos hablar con encuadre empresarial: de jefes de sección o de producto, o de distribución. . Todos debemos ayudar al Señor a plasmar en el mundo el Corazón de Jesús Buen Pastor.

La Iglesia es un misterio, es el misterio del amor de Dios que quiere entrar en el corazón de todas las criaturas. Y por tanto, debemos adecuarnos a la idea del misterio y trabajar según el corazón de Jesús. Para ello necesitamos de la oración, la adoración eucarística. Hemos de estar con la gente, de enseñar a la gente y preparar a la gente para tener hambre de Dios, para tener  conciencia de la necesidad de Dios, del Amor de Dios.

Inflamar en el corazón de las personas la necesidad de celebrar la Misa y por tanto la necesidad de las vocaciones sacerdotales para poder celebrar esta misa y acercarse a Dios. Debemos encender en nuestros países la adoración eucarística para que la gente sea consciente de que el sacerdote es un don para la comunidad creyente y es un don para toda la humanidad, también para los que no son creyentes.

Si somos conscientes de este don, de que las cosas de Dios son más altas que las cosas materiales de cada día y que todo está hecho para amarle y gozar de él en el paraíso después de servirlo en este mundo entonces, es algo que hay que explicar a la comunidad.

Es un hecho que hay parroquias en las que existe la adoración eucarística; pero creo que es necesario crear en cada diócesis un centro de adoración perpetua, en la catedral o en un sitio céntrico para que la gente pueda siempre ir a rezar. También una cadena de oración, del rezo del santo rosario por esta intención o implicar a las personas que sufren, en los hospitales, clínicas, en las cárceles en las residencias… explicar a las personas el ofrecimiento de este sufrimiento.

Otro punto sería la maternidad espiritual, incluso a los niños. Recuerdo una anécdota este verano, un encuentro con 3500 monaguillos franceses, niños y niñas que vinieron a Roma en peregrinación  y estuve con ellos celebrándoles la eucaristía y en medio de todos ellos, he encontrado a mi madre: una niña de 12 años que se llama Zoe. Su párroco la llevó a la sacristía y me dijo “Escuche Eminencia, aquí esta su madre que quiere hablarle”. El párroco me explicó que la niña le había pedido ser como Santa Teresita, la madre espiritual de tantos sacerdotes y el párroco le dijo ‘si quieres ser la madre de tantos sacerdotes lo que puedes hacer es adoptar al prefecto de la congregación para el clero. Ella acepto y es mi madre.

Los más pequeños, pueden ofrecer su oración sus pequeños sacrificios… Son elementos espirituales muy importantes porque delante de Dios la oración de los niños, de la gente sencilla, de todos, de la gente que sufre tiene un particular valor para Dios.

P- Hace pocos meses, la Comisión de Seminarios y Universidades de la Conferencia Episcopal Española, publicó el documento “Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI”. ¿Cuáles han de ser las características del sacerdote de este tiempo?


R- Primero de todo, son las características de los sacerdotes de todo tiempo y luego evidentemente hay características propias. Siempre teniendo en cuenta que, si Jesucristo es el mismo: ayer, hoy y siempre, el sacerdote, en sus valores fundamentales de hombre de Dios y de hombre para la gente, es siempre igual.

Yo diría que, el sacerdote de hoy ha de ser un hombre de la comunicación, no solo desde el punto de vista técnico, sino de la comunicación a todo el mundo, en el sentido espiritual de la  palabra. La gente tienen necesidad de comunicación porque si no no permanece en el amor; necesita ver en el sacerdote a una persona que escucha, que da valor a escuchar a las personas. La gente necesita que el sacerdote de valor a la modernidad de su ministerio que es responder a las exigencias de siempre pero con el lenguaje de este tiempo. 
Publicado en: Agencia SIC

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