El sábado pasado Santiago amaneció iluminado por la alegría que todo el día iba a permanecer en la ciudad.

Los hábitos franciscanos comenzaron a verse desde primera hora de la mañana por las calles y plazas, y la Catedral abrió sus puertas temprano -como lo hace todos los días- para acoger a unos peregrinos especialmente significativos, peregrinos que están al servicio de la Iglesia, al servicio del Reino de Dios: ocho cardenales (Bertone, Hummes, Maradiaga, Braz de Avis, Monteiro, Bertello, Amigo y Cañizares), diez arzobispos (entre ellos, cuatro nuncios como Renzo Fratini, nuncio apostólico en España) y quince obispos, españoles y del resto del mundo. Todo para vivir la ceremonia de consagración como Arzobispo de Belcastro del padre Carballo, franciscano gallego, que ha querido que la ceremonia fuera aquí, en Santiago, y no en Roma.

La Catedral de Santiago está acostumbrada a acoger y celebrar celebraciones “solemnes” por lo que toda la liturgia se desarrolló con una exquisita belleza donde no faltaron las gaitas y las típicas chirimías.

Su lema episcopal: “Sé de quién me he fiado” confirma la confianza plena que Fray José Carballo tiene en Aquel que le encomienda este nuevo trabajo. 


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Fotos: Miguel Castaño

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