¡Felices Pascuas de Resurrección del Señor!
Salid a las calles de la existencia anunciando que Cristo ha resucitado. En Él todo tiene consistencia. Nuestra vida con sus alegrías y sus sufrimientos, con sus esperanzas y sus temores está con Cristo escondida en Dios, pero se manifestará juntamente con él en gloria y plenitud. Esta conciencia nos lleva a comprometernos en las tareas terrenales sin permanecer atados a ellas y aspirando a los bienes del cielo. Tenemos que revestirnos de la fe y de la gracia, acoger la levadura del amor, y reafirmar la dimensión trascendente de nuestra existencia.

La Pascua es liberación. Cristo fue el primero en ser liberado radicalmente de toda forma de servidumbre a la muerte. El sepulcro sellado no pudo resistir las infinitas exigencias de vida. Esta fe anima nuestra entrega servicial a los demás en la lucha contra la cultura de la muerte cuyos hilos son el odio y la violencia, las guerras y el hambre, el aborto y la eutanasia, la injusticia y la explotación de la persona, la corrupción y la avaricia. Marginar a Dios en nuestra vida es dejar sin garantías la dignidad de la persona humana.
La resurrección de Cristo revela que podemos amar más allá de la muerte y comprometernos con las opciones de vida que están de acuerdo con nuestra fe aunque seamos “signos de contradicción”. Vivir el cristianismo es proporcionar alegría al mundo y acoger el misterio del amor de Cristo que ha muerto y resucitado por nosotros. 

Podemos cambiar nuestra sociedad. Todo es posible al que cree que la vida ha vencido a la muerte, el amor al odio, la verdad a la mentira, el bien al mal. Estas claves hemos de tenerlas muy presentes para construir un nuevo estilo de vida en la que la resurrección de Cristo nos impulse a tomar conciencia de nuestra dignidad que ha de ser el referente para nuestras actuaciones en el campo social, cultural, económico y religioso. 

La tristeza, la desesperanza y el desamor no deben tener cabida en nuestra convivencia en la que la sencillez del corazón y la espiritualidad han de ser el factor dinamizador de nuestra felicidad. Somos felices no por lo que queremos tener sino por lo que Dios nos da.
¡Felices Pascuas de Resurrección!

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela
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