Entrevista al presidente internacional de la UAC en el marco de los 150 años de fundación

Hay una asociación mundial que agrupa a obispos, presbíteros y diáconos de todos los continentes con el fin de ayudarse, compartir experiencias y colaborar también con otros. Nos referimos a la Unión Apostólica del Clero (UAC), que inauguró hoy su Asamblea Internacional en esta ciudad con la asistencia de cerca de cien delegados de cincuenta y cinco países.

Para conocer un poco más de esta obra que favorece tanto al clero, nacida hace 150 años en Francia, ZENIT entrevistó a su actual presidente internacional, el colombiano monseñor Julio Botía Aponte.

¿Qué es y qué se propone la Unión Apostólica del Clero?
--Monseñor Botía: Ante todo, saludo a cada uno de los lectores y les agradezco este breve espacio en el que vamos a conversar sobre un camino, un instrumento muy importante para la santificación y progreso integral del clero diocesano (obispos, presbíteros y diáconos). En la Unión Apostólica del Clero (UAC) nos ayudamos a vivir con fidelidad nuestra vida, a ser buenos pastores, pastores santos. Además, nos ayudamos a ejercer nuestro ministerio para que efectivamente nos santifique y para que produzca buen fruto en la comunidad eclesial que estamos sirviendo.

Hay mucha colaboración entre ustedes, según veo...
--Monseñor Botía: Dentro de este ministerio, damos mucha importancia al servicio a nuestro presbiterio diocesano y a los cohermanos que están en alguna necesidad. Nos ayudamos entre nosotros y ayudamos a los cohermanos del clero diocesano. Esto se vive y se ve, sobre todo, en los pequeños grupos o fraternidades UAC que hay dentro de los presbiterios diocesanos. Ellos, con su obispo, se ayudan a vivir y a servir como los apóstoles con Jesús.

¿Qué importancia tiene la Asamblea internacional de estos días para la vida de la UAC?
--Monseñor Botía: Todas nuestras asambleas internacionales son muy importantes, pero ésta del 2012 tiene una importancia especial. En cada asamblea están representados miles de hermanos sacerdotes de muchas naciones, ellas sirven para valorar la vida y los servicios realizados por las Uniones nacionales y por la Confederación internacional. Además, en cada una de ellas se discierne y se asumen líneas de acción para el nivel internacional y se dan recomendaciones a las Uniones nacionales y a las Uniones diocesanas. En esta asamblea del 2012 tenemos varias cosas especiales, como la celebración de los 150 años de la UAC, y el tema asumido, que es “La Unión Apostólica al servicio de la Iglesia hoy”.



¿Qué otras características tendrá esta reunión?
--Monseñor Botía: Comenzamos el lunes 22 de octubre y finalizaremos el 26, asumiendo compromisos concretos para nuestra vida y servicio al clero en la Iglesia hoy. Estamos proponiendo un programa con unos contenidos interesantes y una dinámica muy participativa: al inicio, hacemos dos reflexiones fundamentales; después, compartimos lo más significativo de la vida y servicios de nuestras Uniones nacionales y de la UAC internacional, para las cuales debatiremos proyectos que se nos propondrán y podremos discernir líneas de acción para el futuro.

¿Quiénes asisten y de qué países vienen?
--Monseñor Botía: En la Asamblea internacional participan los presidentes de las Uniones nacionales de todo el mundo, los referentes nacionales, los miembros de la Dirección internacional y del Consejo internacional y otros invitados de las naciones. Están inscritos casi cien participantes de todos los continentes, que representan cohermanos de cincuenta y cinco naciones.

¿Qué iniciativas tienen para la celebración del 150 aniversario?
--Monseñor Botía: El 24 de octubre tendremos la celebración internacional de este aniversario.Compartiremos la solemne Eucaristía en la Basílica de San Pedro.Después, participaremos en la audiencia con el santo padre; viviremos en ambiente de fiesta todo el día y lo finalizaremos con un programa cultural. Durante este año, también en cada nación y en cada diócesis los miembros de la UAC celebrarán esta fiesta. Lo más importante será recibir nuevos dones de Dios para crecer en calidad y cantidad al servicio de los hermanos en los presbiterios diocesanos.

¿Cómo se puede participar de la UAC?
--Monseñor Botía: Podemos participar poniéndonos de acuerdo con otros amigos o compañeros pastores (obispo, presbíteros, diáconos) para formar un grupo en el que nos ayudemos a crecer integralmente y a servir a otros hermanos del presbiterio diocesano. Con la lectura de los Estatutos o del folleto ‘Hermanos y Servidores’, nos decidiremos a unirnos a la UAC diocesana, nacional e internacional. Aunque la UAC esté ya establecida en la diócesis, le pedimos a nuestro obispo su apoyo moral. Luego, nos dedicamos a vivir y a crecer como buenos hermanos y servidores en nuestro grupo y hacia los demás hermanos. Participamos, también, en actividades que la UAC realiza en nivel nacional y apoyamos los servicios al clero de todo el mundo con nuestra oración diaria por él y con nuestra pequeña contribución anual de ocho euros.

Los tiempos nos exigen preguntarle... ¿Cómo debería ser el presbítero para la Nueva Evangelización?
--Monseñor Botía: El camino que cada uno de los pastores hemos de hacer para la Nueva Evangelización es el de configurarnos mejor con Cristo Pastor, Cabeza y Esposo, perfeccionar nuestra caridad pastoral, vivir la comunión fraterna con todas las personas y ejercer nuestro ministerio pastoral de manera adecuada y fiel a las exigencias de nuestra cultura, de nuestra comunidad y de la Iglesia. Para un sacerdote, la nueva evangelización es una llamada, una exigencia a dar más y mejor toda su vida en la misión que Dios nos ha encomendado. Por ejemplo, la Unión Apostólica del Clero se propone vivir esto en las diócesis y ayudárselo a vivir a otros hermanos, para que todos seamos buenos pastores para la Nueva evangelización, pastores santos.

Un mensaje a nuestros lectores, muchos de ellos miembros del clero...
--Monseñor Botía: A los hermanos obispos, presbíteros y diáconos, los invito a dar nuevos pasos de fraternidad y de servicio. Necesitamos unirnos más para afrontar situaciones y desafíos que se nos presentan en nuestra vida personal o que vienen del ambiente en que vivimos. El primer espacio para esa unión fraterna es nuestra familia de pastores, el presbiterio diocesano, que es un don y una tarea. Colaboremos mucho a fortalecerlo para que viva efectiva y afectivamente la íntima fraternidad sacramental, nos dé la mano cuando tengamos problemas y nos ayude a crecer como pastores santos. A los demás, laicos y religiosos, les invito a ser muy buenos hermanos y amigos de su párroco y de todos los pastores. Apoyémoslos con nuestra oración y nuestros servicios, ya que así serán mejores pastores para bien de todos.
Por José Antonio Varela Vidal
Publicado en: ZENIT.org
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