- Preocupación por la pérdida del puesto de trabajo de miles de personas y apelación a la solidaridad diocesana
La preocupación por las consecuencias económicas derivadas del parón
productivo provocado por la pandemia del COVID 19 y el confinamiento
decretado por el estado de alarma, cuyo primer efecto es la pérdida del
puesto de trabajo para miles de personas, ha hecho que durante los
últimos días se hayan intensificado las conversaciones entre el
arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio y José Anuncio Mouriño,
presidente y director de Cáritas Diocesana, respectivamente. Ambos
planifican la necesaria labor de la entidad católica para cuando la
sociedad, paulatinamente, vaya saliendo de casa. Se preparan, de manera
especial, para responder a las dificultades de los más golpeados por el
parón laboral.
Monseñor Barrio considera que la tarea que ha de afrontar Cáritas a
partir de este momento solo será posible con un compromiso efectivo de
solidaridad económica de todos los diocesanos, cada uno colaborando en
la medida de sus recursos.
Cáritas, el rostro cercano de la Iglesia en las crisis
El rostro más cercano y efectivo con el que la Iglesia organiza su
apuesta solidaria se llama Cáritas. Durante los días de confinamiento
domiciliario por el coronavirus, la institución ha mantenido su
solicitud por los más desfavorecidos. La consigna para los voluntarios
de mayor edad ha sido la del aislamiento en casa, protegiendo su salud y
también para los trabajadores que siguen prestando sus servicios, para
que se protejan ante la pandemia que nos viene acosando. Se han
mantenido equipos de trabajo en los principales puntos de atención
diocesanos y se han coordinado esfuerzos con los servicios y
departamentos de las administraciones públicas que trabajan en el campo
social.
Los cuatro pilares de la actuación de Cáritas: acogida, atención
primaria, animación comunitaria y sensibilización, han dado lugar a
diversos programas en distintas áreas de actuación. Tal y como se recoge
en la última memoria anual publicada por la entidad, más de 56.000
personas han sido destinatarias de la acción de Cáritas en la diócesis
de Santiago habiéndose practicado112.134 atenciones.
Trabajar por el “día después”
El arzobispo es consciente de que Cáritas ha tenido que adaptar su
funcionamiento y sus recursos a las circunstancias de la pandemia.
Monseñor Barrio considera que esta experiencia servirá a la institución
diocesana para su trabajo en “el día después” del aislamiento. En primer
lugar, Cáritas advierte cómo la atención telefónica y las diligencias a
través de internet, son un recurso privilegiado y muy facilitador. No
es necesario el desplazamiento ni la presencia física para la entrega de
una documentación que se puede escanear, enviar por correo electrónico,
o hacerla llagar por whatsapp habiéndola fotografiado. Las Cáritas
parroquiales se han ido adaptando a este modo de funcionar, aprovechando
la utilidad de estas herramientas para dar de alta a las nuevas
familias, cuestión previa a las entrevistas telefónicas con los
usuarios, labor personal insustituible.
Respecto a la atención de los mayores se está aprendiendo. Se habrá
de implementar el cuidado y el apoyo desde la distancia a las personas
que viven solas – programa “Acompáñote”- con ciertas herramientas como
los servicios de entrega a domicilio o el acompañamiento personal
telefónico. La experiencia demuestra que existe una gran demanda de
información de todo tipo.
Desde Cáritas señalan, también que, frente al reparto personal de
ayudas, los economatos se han erigido en herramientas apropiadas;
estructuras que dignifican a la persona. No es lo mismo recibir comida
que ser remitido a un centro en donde se pueden elegir los productos con
mayor autonomía. Estos centros, allí donde es posible tenerlos, han
sido estratégicos, permitiendo una mayor capacidad de recogida de
donaciones, la adopción de las medidas sanitarias, la regulación del
número de voluntarios según la demanda o la distribución de los
productos.
Colaborar con otras instituciones y afrontar el paro
Otro factor a tener muy en cuenta en el futuro: la necesidad de
colaborar entre todas las entidades sociales. A Cáritas le llegan
solicitudes de familias que han recurrido al resto de instituciones
sociales y conviene coordinar bien con ellas la labor asistencial. La
entidad de la Iglesia tiene la ventaja de su capilaridad en toda la
sociedad. Su presencia en cada parroquia del territorio diocesano, la
convierte en un paraguas importantísimo para los desfavorecidos y para
el resto de organizaciones.
Un aspecto especialmente importante es el impacto del paro una vez
que se vaya procediendo a salir a la calle. Según la experiencia de la
crisis de 2008, Cáritas calcula que el desempleo afectará, de nuevo, a
familias jóvenes con niños (afectando a sectores como la restauración,
la hostelería, trabajos precarios, la inmigración, etc.). Los centros de
formación e iniciación laboral van a ser el eje fundamental de los
esfuerzos y la actividad de Cáritas para recuperar e insertar
laboralmente a estas personas. La última memoria de la institución da
cuenta de los 34 cursos en los que participaron 486 alumnos, siendo la
inserción laboral del 36%. En esta área de actuación fueron atendidas
4.548 personas.
Para poder llevar adelante estos proyectos, habrá que adaptar los
programas de ayuda materno infantil, de apoyo escolar, de guarderías, de
canguros, de tiempo libre etc. Ya se habla de un posible “pico”
inmediato del 20 % de paro, cifra que, de cumplirse, exigirá un esfuerzo
ingente de implicación a Cáritas, que no cejará en el ansia de luchar
por la consecución de empleo y contratos adecuados, en una palabra
implicarse de lleno por el Trabajo Digno, como se recoge en una de las
campañas puesta en marcha por la institución. Será también necesaria la
colaboración con las empresas para que estas puedan facilitar la
creación de puestos de trabajo destinados a los usuarios de Cáritas.
pastoralsantiago.es
Foto: Miguel Castaño