¿Realmente creemos en Jesús? No me refiero a la fe “normal”, a creer
que es el Hijo de Dios hecho hombre, que vivió como uno de tantos, que
realizaba milagros, que murió y resucitó, que sigue vivo y presente
entre nosotros… Me refiero a esa fe sobrenatural, esa fe que te cambia
la vida, que deja que de verdad Dios sea Dios en nosotros… Tal vez si
cambio la pregunta se entienda mejor: ¿realmente creemos a Jesús? Hoy
nos queremos rendir a Ti, Jesús. Totalmente.
Miguel Horacio – Me rindo a Ti https://youtu.be/cHYyRVvih0A
Contemplamos al Resucitado que viene allí donde estamos, a nuestro
oficio de cada día. Viene a acompañarnos en nuestros trabajos. Quiere
ser «cómplice» de todos nuestros actos. No se resigna a que le
consideremos un fantasma, ni una imagen; y menos una idea. Nos hacemos
la ilusión de que sabemos donde encontrarlo. En realidad, es Él quien
sabe dónde encontrarnos. Y no nos impone nada. No nos molesta ni nos
abruma. Ni pretende que cambiemos de oficio. Ocúpate de las cosas de
siempre. Haz lo que haces todos los días. Vas a la oficina, a la
empresa, eres autónomo o asalariado. Pero acepta mi presencia. Vívela.
Manifiéstala.
Ser como todos y, sin embargo, diferente. Hacer como todos y, sin
embargo, de otra manera. Compartir la condición común y, sin embargo,
dar testimonio de otros valores. Igual a los otros, pero con una
presencia que lo cambia todo. Si descuidamos uno de los dos términos,
nos ahogamos en el mar de la mediocridad. En los oficios comunes a
millones de hombres y mujeres, debemos testimoniar lo específico de
nuestra vocación. «Sabíamos bien que era el Señor«.
Nuestra vida debe tener referencia constante a esta presencia. Y por
eso es tan importante que no lo dejemos en la capilla, en la parroquia,
sino que lo llevemos cuando vamos a trabajar. El día en que no sepamos
ofrecer a nuestros contemporáneos otra cosa, algo que ellos no
tienen, un sentido de la vida, unos valores, un alma, una trascendencia…
tendrán derecho a decirnos en la cara: «¿Qué es lo que venís a hacer
entre nosotros? Para no coger nada ya somos capaces nosotros solos». O
nuestra vida deja traslucir al Resucitado o estamos ofreciendo algo que
no interesa al mundo porque ya lo tiene. Y, a veces, incluso nos
molestamos porque no nos hacen caso.
Montse de Javier · Comunidade Caná
pastoralsantiago.es
