El tiempo que resta después de acabadas las vigilias, lo emplearán
los hermanos que así lo necesiten en el estudio de los salmos y de las
lecturas.
(REGLA de san BENITO capítulo VIII: El Oficio divino por la noche, 3)
La ociosidad es enemiga del alma; por eso han de ocuparse los
hermanos a unas horas en el trabajo manual, y a otras, en la lectura
divina […]. Durante la cuaresma dedíquense a la lectura desde por la
mañana hasta finalizar la hora tercera, y después trabajarán en lo que
se les mandare hasta el final de la hora décima. En esos días de
cuaresma recibirá cada uno su códice de la Biblia, que leerán por su
orden y enteramente; estos códices se entregarán al principio de la
cuaresma […]. Los domingos se ocuparán todos en la lectura, menos los
que estén designados para algún servicio.
(REGLA de san BENITO capítulo XLVIII: El trabajo manual de cada día, 1. 14-16. 22)
18:00-19:15: lectio divina.
Lectura orante de la Palabra. Manantial de nuestra vida. “Habla,
Señor, que tu siervo escucha”… (1Sm 3, 10). En la celda, en la capilla,
cada una en su rincón, a solas con el Esposo que nos habla en la
intimidad. Lectura de enamorada, como dice san Jerónimo a su discípula
Eustoquia: “Sea tu custodia lo secreto de tu aposento y allá dentro
recréese contigo tu Esposo. Cuando oras, hablas a tu Esposo; cuando
lees, él te habla a ti”. (Ep. 22,25).
San Benito le da una gran importancia, es uno de los pilares de la
vida monástica. Muchas veces nos habla de la lectura, estos textos son
sólo una muestra. La lectio nos ayuda incluso a memorizar la
Palabra para “rumiarla”, para tenerla constantemente en los labios y en
el corazón, para dejarnos transformar lenta pero constantemente por
ella.
¿Tenéis una Biblia en vuestra casa? ¿La leéis? ¡Que no tengáis que
usar mascarilla cuando le limpiéis el polvo…! Podéis leer cada día, en
familia, un capítulo del Evangelio, las notas os podrán ayudar en su
comprensión y también tantos comentarios como se publican, aunque
conviene escoger bien, nuestra lectura es siempre eclesial. E invocad al
Espíritu, Él la ha inspirado, Él es quien nos abre el entendimiento de
nuestro corazón y nos da la fortaleza para vivir con coherencia nuestro
seguimiento de Jesucristo.
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