En los tiempos en que Israel tenía el calendario de comienzo
del año en primavera, el mes de Nisán o Abib era el primero de los
meses; cuando seguían el calendario de otoño, era el séptimo. Tenían la
fiesta del cordero y la del pan ázimo, sin levadura, a lo largo de ocho
días. Correspondía inmolar el cordero el día 14, y comerlo el 15. Debían
comerlo a correr, pues es el paso del Señor. La razón es que esa noche
se conmemora la victoria del Señor contra el Egipto opresor y sus
dioses, y a la vez la liberación del Israel oprimido. Con la sangre
tenían que untar los dinteles de las casas, para que, al ver la sangre,
el ángel exterminador pasara de largo. Esa fiesta habrán de celebrarla a
perpetuidad, de modo que sea un memorial del Señor por todas las
generaciones. Será una fiesta solemne, para celebrarla juntos un grupo
de diez creyentes.
José Fernández Lago
pastoralsantiago.es