SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Nació en Nápoles el año 1696; obtuvo el doctorado en ambos derechos, recibió la ordenación sacerdotal e instituyó la Congregación llamada del Santísimo Redentor.
Nació en Nápoles el año 1696; obtuvo el doctorado en ambos derechos, recibió la ordenación sacerdotal e instituyó la Congregación llamada del Santísimo Redentor.
Para fomentar la vida cristiana en el pueblo, se dedicó a la
predicación y a la publicación de diversas obras, sobre todo de teología
moral, materia en la que es considerado un auténtico maestro.
Fue elegido obispo de Sant’ Agata de’ Goti, pero algunos años después
renunció a dicho cargo y murió entre los suyos, en Pagami, cerca de
Nápoles, el año 1787.
San Alfonso nació en Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Sus padres
Don José de Liguori y Doña Ana Cavalieri eran de familias nobles y
distinguidas.
Era un “niño prodigio” con gran facilidad para los idiomas, ciencias,
arte, música y demás disciplinas. Empezó a estudiar leyes a los 13 años
y a los 16 años presentó el examen de doctorado en derecho civil y
canónico en la Universidad de Nápoles. A los 19 años ya era un abogado
famoso.
Conversión
Según se cuenta, en su profesión como abogado no perdió
ningún caso en 8 años, hasta que un día después de su brillante defensa,
un documento demostró que él había apoyado (aunque sin saberlo), lo que
era falso. Eso cambió su vida radicalmente.
Hizo un retiro en el convento de los lazaristas y se confirmó en la cuaresma de 1722. Estos dos eventos reavivaron su fervor.
Al año siguiente, en dos ocasiones oyó una voz que le decía:
“abandona el mundo y entrégate a mi”. Hizo voto de celibato y abandonó
completamente su profesión. Muy pronto Dios le confirmó cuál era su
voluntad.
Se fue a la iglesia Nuestra Señora de la Misericordia a pedir ser
admitido en el oratorio. Su padre trató de impedirlo, pero al verlo tan
decidido le dio permiso de hacerse sacerdote pero con la condición de
que se fuese a vivir a su casa. Alfonso aceptó, siguiendo el consejo de
su director espiritual que era oratoriano.
Hizo los estudios sacerdotales en su casa. Fue ordenado sacerdote en 1726 a los 30 años. Los dos años siguientes se dedicó a los “vagos” de los barrios de las afueras de Nápoles.
La predica sencilla desde el corazón
En los comienzos del siglo XVIII combatió la prédica muy florida y el
rigorismo jansenista en los confesionarios. El predicaba con sencillez.
El santo decía a sus misioneros: “Emplead un estilo sencillo, pero
trabajad a fondo vuestros sermones. Un sermón sin lógica resulta
disperso y falto de gusto. Un sermón pomposo no llega a la masa. Por mi
parte, puedo deciros que jamás he predicado un sermón que no pudiese entender la mujer más sencilla”.
San Alfonso abandonó su casa paterna en 1729, a los 33 años de edad y
se fue de capellán a un seminario donde se preparaban misioneros para
la China.
En 1730 el obispo de Castellamare, el Monseñor Falcoia, invita a
Alfonso a predicar unos ejercicios en un convento religioso en Scala.
Este hecho tuvo grandes consecuencias, porque ayudó a discernir a las
religiosas una revelación que tuvo la hermana María Celeste.
El día de la transfiguración de 1731, las religiosas vistieron el
nuevo hábito y empezaron la estricta clausura y vida de penitencia. Así
comienza la Congregación de las Redentoristas.
En 1732 se despide de sus padres y vuelve a Scala, y con la ayuda y colaboración de un grupo de laicos, a los 36 años funda la Congregación del Santísimo Redentor,
cuya primera casa perteneció al convento de las religiosas. San Alfonso
era el superior inmediato y monseñor Falcoia era el director general.
Grandes pruebas
Al poco tiempo comenzaron los problemas. La congregación se dividió entre los dos superiores. Al poco tiempo la hermana María Celeste se va a fundar otra congregación.
A los 5 meses el santo se quedó solo con un hermano, pero mas tarde
se presentaron nuevos candidatos y se estableció en una casa más grande.
En 1734 funda otra casa en Villa degli Schiavi y se dedica a misionar
allí. Su confesionario estaba siempre lleno. Trataba a sus penitentes
como almas que era necesario salvar.
En 1737, se divulgan rumores sobre la casa de Villa degli Schiavi y
San Alfonso decide suprimir esa fundación. Al año siguiente también
cierra la casa de Scala.
Organizó misiones en Nápoles por 2 años a pedido del Cardenal Spinelli, arzobispo.
En 1743, al morir Mons. Falcoia, San Alfonso vuelve a ocuparse de su
congregación como superior general y se encarga de redactar las
constituciones. A pesar de la oposición de las autoridades españolas,
los misioneros reorganizados fundan varias casas.
En 1748 san Alfonso publica en Nápoles la primera edición de su
“Teología Moral”. La segunda edición apareció entre los años 1753 y
1755.
En 1749 el papa Benedicto XIV aprobó la congregación y a partir de eso, el éxito fue enorme.
En 1750, los Jansenistas comienzan a divulgar que la devoción a la
Santísima Virgen era una superstición. San Alfonso defiende a Nuestra
Señora, publicando “Las Glorias de María”.
San Alfonso era estricto, pero a la vez tierno y compasivo.
En el proceso de beatificación el P. Cajone dijo: “A mi modo de ver,
su virtud característica era la pureza de intención. Trabajaba siempre y
en todo, por Dios, olvidado de sí mismo. En cierta ocasión nos dijo:
‘Por la gracia de Dios, jamás he tenido que confesarme de haber obrado
por pasión. Tal vez sea porque no soy capaz de ver a fondo en mi
conciencia, pero, en todo caso, nunca me he descubierto ese pecado con
claridad suficiente para tener que confesarlo'”.
Esto es realmente admirable, teniendo en cuenta que San Alfonso era
un Napolitano de temperamento apasionado y violento, que podía haber
sido presa fácil de la ira, el orgullo y de la precipitación.
Obispo
A los 60 años fue elegido obispo de Sant’ Agata de’ Goti, diócesis
pequeña con 30,000 habitantes, diecisiete casas religiosas y
cuatrocientos sacerdotes entre los cuales habían varios que no
practicaban su ministerio sacerdotal o llevaban mala vida.
Algunos celebraban la misa en 15 minutos. San Alfonso los suspendió
“ipso facto”, a no ser que se corrigiesen, y escribió un tratado sobre
ese punto: “En el altar el sacerdote representa a Jesucristo, como dice
San Cipriano. Pero muchos sacerdotes actuales, al celebrar la misa,
parecen mas bien saltimbanquis que se ganan la vida en la plaza pública.
Lo mas lamentable es que aun los religiosos de ordenes reformadas,
celebran la misa con tal prisa y mutilando tanto los ritos, que los
mismos paganos quedarían escandalizados….Ver celebrar así el Santo
Sacrificio es para perder la fe”.
Poco tiempo después se desata en su diócesis una terrible epidemia que San Alfonso había profetizado 2 años antes. Se morían por millares.
El santo, para ayudar a las víctimas, vendió todo lo que tenía y la
Santa Sede le autoriza a usar fondos de la diócesis y contrae grandes
deudas.
Sus esfuerzos por reformar la moralidad pública le trajo numerosos
enemigos que lo amenazaron de muerte. Solía decir: “Cada obispo está
obligado a velar por su propia diócesis. Cuando los que infringen la ley
se vean en desgracia, arrojados de todas partes, sin techo y sin medios
de subsistencia, entraran en razón y abandonaran su vida de pecado”.
Dirigió la diócesis de Santa Agata por 19 años.
Y mas pruebas…
En junio de 1767, sufre un terrible ataque de reumatismo que casi lo lleva a la muerte.
Al terminar de celebrar la misa el 21 de septiembre de 1774, san
Alfonso se desmayó y quedó inconsciente por 24 horas. Cuando regresó en
sí, dijo a los presentes: “Fui a asistir al Papa, que acaba de morir”.
El papa Clemente XIV muere el 22 de septiembre de 1774.
En 1775 san Alfonso pidió a Pío VI que le permitiera renunciar al
gobierno de su sede. El Papa le concede teniendo en cuenta su
enfermedad.
San Alfonso se retiró ciego y sordo. Fue a pedir hospitalidad a sus
hijos espirituales, en Nocera, cerca de Nápoles, pensando así acabar
tranquilamente sus días.
En 1777, los Redentoristas son atacados de nuevo. El santo sufre con
paciencia muchas humillaciones a causa de la traición de Monseñor Testa
que era Capellán del Rey. El santo se vio excluido de la congregación que había fundado.
Dios le reservaba una prueba aún más dura. Entre 1784 y 1785, el santo atraviesa por un terrible periodo de “noche obscura del alma”, sufre tentaciones sobre su fe y sus virtudes.
Se ve abrumado por sus escrúpulos, temores y alucinaciones
diabólicas. Le duró 18 meses, con intervalos de luz y reposo. A esto le
siguió un periodo de éxtasis, profecías y milagros.
Gran escritor
Sus últimos 12 años de vida se dedicó a escribir, aumentando así sus
obras ascéticas y teológicas. Sus más conocidos libros son: La Practica
de amar a Jesucristo, la Preparación para la muerte, las Glorias de
María.
La Teología Moralis fue una obra que influyó en la formación del clero hasta hace pocos años.
El santo murió 2 meses antes de cumplir 91 años, la noche del 31 de julio al 1 de agosto de 1787.
El papa Pío VI en 1796 decreta la introducción de la causa de
beatificación de Alfonso María Ligorio. La beatificación se da en 1816.
Fue canonizado en 1839.
En 1871 fue declarado Doctor de la Iglesia y propuesto como patrono de los confesores y de los teólogos de moral.
Artículo originalmente publicado por evangeliodeldia.org
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