"Poca ciencia aleja de Dios", observaba Louis Pasteur, "pero mucha ciencia nos lleva a Él".
Han transcurrido 120 años desde la muerte del gran científico francés; y
sin embargo, sus palabras vuelven a estar de actualidad. Pero no a
causa de algún pensador católico o cristiano, como se podría esperar,
sino gracias a un estudio científico que ha sido publicado en el Journal of Experimental Social Psychology.
Se trata de un estudio de psicología experimental [el abstrat se puede leer aquí , en papel en septiembre de 2019]
que han llevado a cabo investigadores americanos y que,
fundamentalmente, afirma lo opuesto de lo que sostiene una cierta
cultura laicista: afirma que la ciencia puede originar la fe en Dios.
Detalle de "La armonía entre la religión y la ciencia", obra de
Paul Troger en 1735, fresco del techo de la sala de mármol de la abadía
benedictina de Seitenstetten, Austria
Asombro reverente + pensamiento lógico = creencia en Dios
Concretamente, los estudiosos han efectuado dos experimentos distintos e interesantes.
En el primero, el equipo de investigación ha tanteado en una muestra seleccionada cuántas personas estaban interesadas en la ciencia, cuántas en el pensamiento lógico y cuántas experimentaban a menudo un sentimiento de maravilla [en inglés "awe", que sería un asombro abrumador y reverente; nota de ReL].
Sorprendentemente, las personas que referían un fuerte interés en la
lógica -junto a un sentimiento de arrolladora maravilla- eran las que
tenían mayores probabilidades de creer en Dios, al que describen como
una entidad de poderes ilimitados.
En el segundo experimento, los investigadores han hecho que los participantes vieran dos vídeos distintos: en uno, con un fondo musical, se veían átomos y partículas en movimiento;
en el otro, en cambio, había un físico que, con un lenguaje técnico,
ofrecía una descripción del comportamiento y las trayectorias de las
partículas. Los estudiosos han observado que, al final de las
proyecciones, los que habían visto el primer vídeo -que daba una
visión espectacular de las maravillas de la física- tenían más
probabilidades de declararse creyentes en Dios.
A continuación, los estudiosos han intentado replicar el experimento con otras personas eliminando del primer vídeo los factores que podían causar confusión, como la presencia del fondo musical,
que estimula una implicación emotiva. Sin embargo, los resultados
obtenidos han sido los mismos: las personas que han sido puestas ante la belleza de la creación, incluso desde un enfoque físico, estaban más inclinadas a declararse creyentes.
"Hemos podido observar", ha explicado Kathryn Johnson, una de las responsables del experimento, "que cuando las personas se sienten tocadas por la complejidad de la vida o la vastedad del universo,
el sentimiento de temor reverencial hace que sean más abiertas a
conceptualizar y a pensar en Dios". "Aunque a menudo se piensa en la
ciencia en términos de datos y fríos experimentos", ha subrayado Jordan
Moon, psicólogo, implicado también en el experimento, "en realidad ésta
nos podría ser útil para comprobar la propensión de algunos sujetos a
creer en Dios".
Kathryn Johnson, de la Universidad del Estado de Arizona, resume el experimento en este vídeo (en inglés)
Otro estudioso coautor de esta investigación, Adam Cohen, ha
observado en cambio como experimentos de este tipo pueden ser útiles,
sobre todo, a la luz del hecho según el cual "muchas personas piensan
que la ciencia y la religión no van de acuerdo, pero lo que tienen es
una concepción de la ciencia y de la religión realmente simplista".
Efectivamente, el sorprendentemente elevado número de grandes
científicos -desde Galileo a Newton, de Mendel a Copérnico- que a su vez
han sido hombres de fe ya había puesto en evidencia lo paradójico que
es contraponer los descubrimientos científicos con la dimensión
sobrenatural de lo divino.
[Lea aquí: ¿Cuántos científicos de élite son creyentes?]
Las dos alas que llevan a la verdad
Sin embargo, no puede dejar de asombrarnos que una conciencia como esta, es decir, la del vínculo entre fe y razón como las "dos alas que llevan a la verdad",
utilizando las palabras de san Juan Pablo II, que a su vez se buscan y
se completan, haya sido expresada de manera tan abierta por hombres de
ciencia, sobre la base, además, de una publicación científica.
Visión de conjunto de La Armonía entre la Ciencia y la Fe, de 1735 (para verlo ampliado haga clic aquí)
También es verdad que el Dios al que se ha hecho referencia hasta
ahora no es el Dios cristiano. A pesar de todo, es evidente que este
experimento y esta noticia son útiles para desenmascarar la inconsistencia del ateísmo y el estereotipo del científico no creyente, típico del siglo XIX. Una caricatura ampliamente desmentida por los hechos y, ahora, por la propia investigación oficial.
(Artículo publicado originariamente en italiano aquí en Il Timone, por Giuliano Guzzo; traducción de Elena Faccia Serrano).
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