
Rafael Merry del Val sabía todo lo que se podía saber sobre
diplomacia. Su padre, de una familia andaluza descendiente de
irlandeses, fue embajador de España en Bélgica y ante la Santa Sede y
ministro plenipotenciario ante el Imperio Austro-húngaro. Su hermano
Alfonso (1864-1943) fue embajador en Londres y su hermano Domingo
(1870-1935) también fue diplomático. San Pío X hizo a Rafael Merry del Val su hombre de confianza cuando tenía solo 38 años.
El Papa les entregó a los diplomáticos esta oración durante su
audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los
participantes en la reunión de los Representantes Pontificios en curso
en el Vaticano del 12 al 15 de junio. También propuso al personal
diplomático plantearse las exigencias de su servicio, “una especie de "decálogo"
-dice el texto- que, en realidad, a través de vosotros se dirige
también a vuestros colaboradores y, de hecho, a todos los obispos,
sacerdotes y personas consagradas que se encuentran en todas las partes
del mundo”.
La Sala de Prensa vaticana recogió así las 10 ideas principales del decálogo
1- El nuncio es un hombre de Dios.
Ser un "hombre de Dios" significa seguir a Dios en todo y por todo;
obedecer sus mandamientos con alegría; vivir por las cosas de Dios y no
por las del mundo; dedicarle libremente todos los recursos, aceptando
con un espíritu generoso los sufrimientos que surgen como resultado de
la fe en Él. El hombre de Dios no engaña ni defrauda a su prójimo; no se deja ir a chismes y calumnias; conserva la mente y el corazón puros, preservando los ojos y los oídos de la inmundicia del mundo.
2- El nuncio es un hombre de Iglesia.
Al ser un Representante Pontificio, el nuncio, no se representa a sí mismo, sino a la Iglesia y, en particular, al sucesor de Pedro...
Es feo ver a un nuncio que busca el lujo, los trajes y los objetos “de
marca” en medio de personas sin lo necesario. Es un contra-testimonio.
El mayor honor para un hombre de la Iglesia es ser "siervo de
todos". Ser hombre de la Iglesia también requiere la humildad de
representar el rostro, las enseñanzas y las posiciones de la Iglesia, es
decir, dejar de lado las convicciones personales. Ser un hombre de la
Iglesia significa defender valientemente a la Iglesia ante las fuerzas del mal que siempre intentan desacreditarla, difamarla o calumniarla.
3- El nuncio es un hombre de celo apostólico.
El nuncio es el anunciador de la Buena Nueva y al ser apóstol del
Evangelio tiene la tarea de iluminar el mundo con la luz del Resucitado,
de llevar a Cristo a los confines de la tierra. Es un hombre en camino
que siembra la buena semilla de la fe en los corazones de quienes
encuentra. Y aquellos que se encuentran con él deberían sentirse, de
alguna manera, interpelados. La indiferencia (es) una enfermedad casi epidémica que se está propagando
en varias formas, no solo en la generalidad de los fieles, sino también
entre los miembros de los institutos religiosos. Dios es digno de
gloria infinita… La gloria de Dios brilla sobre todo en la salvación de
las almas que Cristo ha redimido con su sangre. De ello se deduce que el
compromiso principal de nuestra misión apostólica será procurar la
salvación y la santificación del mayor número de almas.
4- El nuncio es un hombre de reconciliación
Una parte importante del trabajo de todo nuncio es ser un hombre de
mediación, de comunión, de diálogo y de reconciliación. El nuncio
siempre debe tratar de ser imparcial y objetivo, para que todas las
partes encuentren en él al árbitro correcto que busca sinceramente
defender y proteger solo la justicia y la paz, sin dejarse nunca
involucrar negativamente. Si un nuncio se encerrase en la nunciatura y
evitase encontrarse con la gente, traicionaría su misión y, en lugar de
ser un factor de comunión y reconciliación, se convertiría en obstáculo e
impedimento. Nunca debe olvidar que representa el rostro de la catolicidad y la universalidad de la Iglesia en las Iglesias locales dispersas en todo el mundo y ante los gobiernos.
5- El nuncio es un hombre del Papa
Como Representante pontificio, el nuncio no se representa a sí mismo,
sino al Sucesor de Pedro y actúa en su nombre ante la Iglesia y los
gobiernos, es decir, concreta, implementa y simboliza la presencia del
Papa entre los fieles y las poblaciones. Es hermoso que en varios países
la Nunciatura se llame "Casa del Papa". Ciertamente, todas las personas
pueden tener reservas, simpatías y antipatías, pero un buen nuncio no
puede ser hipócrita porque el Representante es un trámite, o mejor
dicho, un puente de conexión entre el Vicario de Cristo y las personas a
quienes ha sido enviado, en una zona determinada, para la cual ha sido
nombrado y enviado por el Romano Pontífice. Por lo tanto, es
irreconciliable ser un Representante pontificio y criticar al Papa por
detrás, tener blogs o incluso unirse a grupos hostiles a él, a la Curia y
a la Iglesia de Roma.
6- El nuncio es un hombre de iniciativa
Es necesario tener y desarrollar la capacidad y la agilidad para
promover o adoptar una conducta adecuada a las necesidades del momento
sin caer nunca en la rigidez mental, espiritual y humana, o en la
flexibilidad hipócrita y camaleónica. No se trata de ser oportunista,
sino de saber cómo pasar de la ideación a la implementación teniendo en cuenta el bien común y la lealtad al mandato.
7- El nuncio es un hombre de obediencia
La virtud de la obediencia es inseparable de la libertad, porque solo
en libertad podemos obedecer realmente, y solo obedeciendo el Evangelio
podemos entrar en la plenitud de la libertad. La llamada del cristiano,
y en este contexto, la del Nuncio a la obediencia es la llamada a
seguir el estilo de vida de Jesús de Nazaret.
8- El nuncio es un hombre de oración
Aquí me parece importante recordar una vez más las palabras
insuperables con las que San Giovanni Battista Montini, como
Subsecretario de Estado, describió la figura del Representante
pontificio: "Es la de alguien que verdaderamente tiene la conciencia de
llevar a Cristo con él" (abril de 1951), como el bien precioso para
comunicar, anunciar, representar. Los bienes, las perspectivas de este
mundo terminan siendo decepcionantes, empujan a no estar nunca
satisfechos. El Señor es el bien que no defrauda, el único que no
defrauda. Y esto requiere un desapego de uno mismo que solo se puede
lograr con una relación constante con el Señor y la unificación de la
vida en torno a Cristo.
9- El nuncio es un hombre de caridad operosa
Aquí es necesario reiterar que la oración, el camino del discipulado y
la conversión encuentran en la caridad que se hace compartición la
prueba de su autenticidad evangélica. Y de esta forma de vida se deriva
la alegría y la serenidad mental, porque se toca con la mano la carne de
Cristo. La caridad también es gratuita, y es por eso que me gustaría
hablar de un peligro permanente, el peligro de las regalías. La Biblia
define inicuo al hombre que "aceptar regalos por debajo del manto, para
desviar el curso de la justicia". La caridad operosa debe llevarnos a
ser prudentes a la hora de aceptar los regalos que nos ofrecen para
ofuscar nuestra objetividad y, en algunos casos, desafortunadamente,
para comprar nuestra libertad. ¡Ningún regalo cualquiera que sea su valor debe esclavizarnos!
Rechazad los regalos que son demasiado caros y con frecuencia inútiles o
dirigidlos a la caridad, y recordad que recibir un regalo costoso nunca
justifica su uso.
10.- El nuncio es hombre de humildad
Me gustaría concluir este manual con la virtud de la humildad, citando las "Letanía de la humildad" del Cardenal Rafael Merry del Val (1865-1930), Secretario de Estado y colaborador de San Pío X, un antiguo colega vuestro:
"Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón parecido al tuyo.
Del deseo de ser alabado, Líbrame, Señor
Del deseo de ser honrado, Líbrame, Señor
Del deseo de ser aplaudido, Líbrame, Señor
Del deseo de ser preferido a otros, Líbrame, Señor
Del deseo de ser consultado, Líbrame, Señor
Del deseo de ser aceptado, Líbrame, Señor
Del temor a ser humillado, Líbrame, Señor
Del temor a ser despreciado, Líbrame, Señor
Del temor a ser reprendido, Líbrame, Señor
Del temor a ser calumniado, Líbrame, Señor
Del temor a ser olvidado, Líbrame, Señor
Del temor a ser ridiculizado, Líbrame, Señor
Del temor a ser injuriado, Líbrame, Señor
Del temor a ser rechazado, Líbrame, Señor
Concédeme Señor el deseo de que otros sean más amados que yo,
Concédeme Señor el deseo de que otros sean más estimados que yo,
Concédeme Señor el deseo de que otros crezcan susciten mejor opinión de la gente y yo disminuya,
Concédeme Señor el deseo de que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
Concédeme Señor el deseo de que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
Concédeme Señor el deseo de que otros sean preferidos a mí en todo,
Concédeme Señor el deseo de que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda"
Estas letanías han inspirado a Christian Huerta que les ha puesta música para ayudar a rezar con ellas.
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