El Papa Francisco ha dirigido un discurso a los miembros de la
Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA). Expresó su
complacencia por la reunión que tienen en Roma y les agradeció su
trabajo: “Me gustaría darles las gracias por lo que están haciendo:
proporcionar alimentos para los hambrientos. No es asistencialismo, quiere ser el primer gesto concreto de acompañamiento hacia un camino de redención”, señala el periodista Manuel Cubías, de la agencia de noticias de la Santa Sede.
La Federación Europea de Bancos de Alimentos está formada por 224
Bancos de alimentos repartidos en 18 países. Cuenta con más de 6.406
voluntarios en toda Europa. Facilita alrededor de 274.000 toneladas de
alimentos con valor de 521 millones de euros, los que son distribuidos
por 25.000 Instituciones Benéficas a más de 4.300.000 personas.
Cultura del despilfarro
También subrayó que el trabajo que realizan lo hacen desde el
silencio comprometido con quienes no tienen algo que comer. El Papa
insistió en que esta acción es una “lucha contra el despilfarro de
alimentos”. Y añadió: “El despilfarro manifiesta desinterés por las cosas e indiferencia hacia los que carecen de ellas (…) Desperdiciar la comida es descartar a la gente”, insistió.
“Que el bien se haga bien”
El Papa Francisco fija su mirada sobre este punto: hacer las cosas
bien, por ello afirma: “En el complejo mundo de hoy es importante que el
bien se haga bien: no puede ser el resultado de la improvisación pura,
necesita inteligencia, planificación y continuidad. Necesita una visión
de conjunto y personas que estén juntas: es difícil hacer el bien sin
amarse mutuamente. En este sentido, sus recientes realidades nos
llevan a las raíces de la solidaridad en Europa, porque buscan la
unidad en el bien concreto: es bueno ver lenguas, creencias, tradiciones
y orientaciones diferentes, no para compartir sus propios intereses,
sino para velar por la dignidad de los demás”.
“El futuro no se construye buscando ventajas para uno mismo; el
progreso de todos crece acompañando a los que están atrasados”, afirmó
de manera categórica el Papa.
Un modelo económico que no aplaste a la gente
Para Francisco la interconexión y frenética prisa del mundo económico de hoy, carece de humanidad. Por eso afirma, “Me importa una economía que se parece más al hombre, que tiene alma y no es una máquina incontrolable que aplasta a la gente.
Son demasiados los que hoy están privados de trabajo, dignidad y
esperanza; muchos otros, por el contrario, están oprimidos por ritmos de
producción inhumanos, que anulan las relaciones y afectan negativamente
a la vida familiar y personal. La economía, nacida para ser "cuidado
del hogar", se ha despersonalizado; en lugar de servir al hombre, lo
esclaviza, lo esclaviza a mecanismos financieros cada vez más distantes
de la vida real y cada vez menos gobernables”.
Una economía circular
El Papa finalizó su discurso haciendo un llamado a cambiar, a mejorar el mundo: “Es
necesario apoyar a los que quieren cambiar para mejor, fomentar modelos
de crecimiento basados en la equidad social, en la dignidad de las
personas, en la familia, en el futuro de los jóvenes, en el respeto del
medio ambiente. Una economía circular ya no puede posponerse.
El despilfarro no puede ser la última palabra que dejen unos pocos
ricos, mientras que la mayor parte de la humanidad permanece en
silencio”.
El Papa agradeció el trabajo de la FEBA y les dijo: “Les animo a
seguir adelante, implicando a todos los que encuentren, especialmente a
los jóvenes, para que se unan a ustedes en la promoción del bien del
mundo.
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