
Su cuerpo será velado desde las 10 hasta las 21 horas del viernes en la iglesia del Sagrario, y el sábado desde las 10 horas hasta el traslado a la catedral, donde se celebrará la misa Corpore Insepulto, a las 12 horas. Recibirá sepultura en dicho templo.
El cardenal Sebastián, elevado a la púrpura por Francisco en 2014, cuando ya se había jubilado por edad, fue secretario de la conferencia episcopal española
(1983-1988) y su vicepresidente en dos periodos, 1993-1999 y 2002-2005.
Fue obispo de León (1979-1988), arzobispo coadjutor de Granada
(1988-1993), administrador apostólico de Málaga (1991-1993) y arzobispo de Pamplona y Tudela (1993-2007).
Desde 2007, cuando renunció por edad, residía en Málaga, donde seguía colaborando con la diócesis en la formación teológica de laicos y seminaristas en los centros de formación teológico-pastoral y en el acompañamiento espiritual.
La diócesis malacitana ha recordado tras su fallecimiento cómo concebía la labor episcopal:
"Es una vida hermosa, atada estrechamente a la vida de Jesús, a su
palabra, a sus ejemplos, a su misión y a sus deseos. Ser sucesor de los
apóstoles es ser uno de la primera comunidad de Jesús, uno de sus
primeros amigos, de los que viven y trabajan con Él al servicio del plan de Dios para el mundo.
Esta relación con el Señor te va dominando poco a poco, te separa de
los intereses y de las costumbres del mundo y te hace vivir todas las
cosas desde otro punto de vista, desde el punto de vista de Jesús. En
esta vida singular, la Eucaristía, el Jesús de los Evangelios, el Cristo
resucitado y glorioso se va haciendo tu mundo verdadero, tu refugio, el
hogar secreto y amoroso de tu vida personal. Ahí estoy, ahí quiero
estar, aquí quiero encontrarme con la verdad de todos mis hermanos, con
el mundo renacido y verdadero".
En febrero de 2016 publicó sus Memorias con esperanza,
una obra donde evocaba diversos momentos de su amplia trayectoria
eclesial y también política, en cuanto negociador por parte de la
Iglesia con el primer Gobierno socialista de Felipe González. [Pincha aquí para leer la reseña en ReL de este libro.]
Con motivo de la publicación del libro, afirmó que daba gracias a Dios por “llegar a viejo”: "Y no me duele decir la palabra. Creo
que un hombre no es del todo él mismo hasta que no vive su propia
vejez, porque es la última fase de la cocción que uno tiene que hacer
para madurar, para poder ir al cielo. Y yo doy muchas gracias a Dios
por estos años de serenidad, de distancia, de humildad… porque el
jubilado en la vida no es nadie y se va muy a gusto por la calle sin ser
nadie. Y vives muy a gusto con la gente, ves las cosas como no las has
visto en tu vida, y tienes una distancia de tu propia vida, que te
permite ver las realidades de la sociedad sin aspiraciones, sin
pasiones, sin codicias. Eso da paz, serenidad y sabiduría, y una
sabiduría que no puedes usar para imponerte sobre nadie sino para
madurar tú tu propia vida. Yo me imagino que estoy retocando el conjunto
de mi vida, adecentándola en presencia de Dios y tratando de ser mejor
cristiano de lo que he sido en los años anteriores".
Fernando Sebastián Aguilar había nacido en Calatayud
(Zaragoza) en 1929. Ingresó en la Congregación de Misioneros Hijos del
Corazón de María en 1945 y fue ordenado sacerdote en 1953. Hizo estudios
de Teología en Roma y en Lovaina, obteniendo el doctorado en
1955. Desde 1956 hasta 1979 centró su actividad en el estudio y la
enseñanza de la Teología Dogmática, primero en los centros de la
Congregación Claretiana y a partir de 1967 en la Facultad de Teología de
la Universidad Pontificia de Salamanca, en donde fue Decano de la Facultad y Rector de la Universidad entre 1971 y 1979.
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