
Esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos ha querido
recordar que ya el concilio Vaticano II insistió con fuerza en el hecho
de que el don de Dios lo reciben igualmente los no católicos y que
insistir en la diferencia sería despreciar el don de Dios que todos
hemos recibido. Caminar juntos es lo propio de los hermanos, aunque
hayamos estado tiempo separados, e incluso enfrentados, por razones no
siempre espirituales ni teológicas.
El ejemplo a seguir lo dan las Caritas, que a nadie le pide el
“carnet de católico” para atenderlo en sus necesidades. Los peregrinos
que se convierten en el Camino de Santiago, o renuevan su fe, comparten
un único bautismo en comunidades muy diferentes de tradición evangélica,
calvinista o anglicana de América o Europa, de la Ortodoxia oriental o
de la emigración, de iglesias cristianas alejadas y de países donde
vivir la fe es peligroso.
Aunque pase desapercibido, cristianos no católicos utilizan templos
católicos en Santiago y Coruña. En fraternidad ecuménica promovida por
la jerarquía y el derecho de la iglesia romana, les está permitido
celebrar la fe e incluso su Eucaristía o Cena.
Cada año una comunidad de un lugar del mundo motiva y organiza la
oración para los ocho días del Octavario, y el esquema de la celebración
ecuménica, en coordinación con el Consejo Mundial de Iglesias y el
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Este año es Indonesia, con las dificultades interreligiosas, políticas y
sociales, que les llevó a verse reflejados en la frase de Deuteronomio
16, 18-20: “Actúa siempre con toda justicia.”
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