
En su homilía, el Pontífice exhortó a dejar de lado "aquella actitud, aquel pecado, aquel vicio" que cada uno de nosotros tiene "dentro"
de sí mismo para ser "más coherentes" y anunciar a Jesús, para que "la
gente crea" con nuestro testimonio. Reflexionando sobre la Primera
Lectura en la que San Pablo explica cómo la fe nace de la escucha y la
escucha concierne a la Palabra de Cristo, el Papa recuerda cuán
"importante es el anuncio del Evangelio", el anuncio de "que Cristo nos
salvó, que Cristo murió, resucitó por nosotros". El anuncio de
Jesucristo es, en efecto, traer "no una simple noticia", sino "la única
gran Buena Nueva".
¿Qué es el anuncio de Cristo?
Francisco explicó entonces lo que es el anuncio: “No es un
trabajo de publicidad, hacer publicidad de una persona muy buena, que
hizo el bien, curó a mucha gente, y nos enseñó cosas buenas. No, no es
publicidad. Ni siquiera es hacer proselitismo. Si alguien va a hablar de
Jesucristo, a proclamar a Jesucristo para hacer proselitismo, no, esto
no es el anuncio de Cristo: esto es un trabajo de predicador, gobernado
por la lógica del marketing. ¿Qué es el anuncio de Cristo? Que no es
ni proselitismo, ni publicidad, ni marketing: va más allá. ¿Cómo se
puede entender esto? En primer lugar, es ser enviado”.
Ser enviado "a la misión", haciendo que “la propia vida entre en juego”.
El apóstol es el enviado que "lleva adelante el anuncio de Jesucristo",
explicó Francisco, y "lo hace con la condición de que ponga en juego su
vida, su tiempo, sus intereses, su carne". El Papa recordó entonces un
dicho argentino que implica "poner la propia carne en la parrilla", es
decir, ponerse a prueba a sí mismo.
Anuncio con el testimonio
“Este viaje, el andar anunciando, arriesgando la vida, porque yo me
juego la vida, mi carne, sólo tiene el billete de ida, no el de vuelta.
Regresar es apostasía. Anuncio de Jesucristo con el testimonio. El testimonio quiere decir jugarse la vida. Lo que digo, lo hago”, agregó.
La palabra "para ser anuncio" debe ser testimonio, incidió Francisco. Habló de "escándalo" refiriéndose a los cristianos que dicen serlo y viven "como paganos, como no creyentes",
como si no tuvieran "fe". Nos invita entonces a "la coherencia entre la
Palabra y la propia vida: esto -evidencia- se llama testimonio". El
apóstol, el anunciador, "aquel que lleva la Palabra de Dios, es un
testigo", que se juega la propia vida "hasta el final", y es "también un
mártir". Por otra parte, fue Dios Padre quien "para darse a conocer"
envió "a su Hijo en carne, arriesgando su propia vida". Un hecho que
"escandalizó tanto y sigue escandalizando", porque Dios se convirtió en
"uno de nosotros" en un viaje "con un billete de sola ida".
Hacerse carne, ser testigos
“El diablo trató de convencerlo de que tomara otro camino, y Él no
quiso hacerlo, hizo la voluntad del Padre hasta el final. Y el anuncio
de Él debe ir por el mismo camino: el testimonio, porque Él fue el
testigo del Padre hecho carne. Y tenemos que hacernos carne, es decir, ser testigos: hacer, hacer lo que decimos.
Y éste es el anuncio de Cristo. Los mártires son los que demuestran que
el anuncio ha sido verdadero. Hombres y mujeres que han dado la vida
-los apóstoles han dado la vida- con la sangre; pero también muchos
hombres y mujeres escondidos en nuestra sociedad y en nuestras familias,
que dan testimonio de Jesucristo cada día, en silencio, con su propia
vida, con la coherencia de hacer lo que dicen”, indicó.
Todos nosotros, dijo el Papa, asumimos con el Bautismo "la misión" de anunciar a Cristo:
viviendo como Jesús "nos enseñó a vivir", "en armonía con lo que
predicamos", el anuncio será "fecundo". Si, por el contrario, vivimos
"sin coherencia", "diciendo una cosa y haciendo otra contraria", el
resultado será el escándalo. Y aquel de los cristianos, concluye, hace
"tanto daño al pueblo de Dios".
Publicado en Vatican News
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