
Al inicio del Adviento, el Santo Padre recordó que este tiempo litúrgico prepara para la Navidad,
invitando a levantar la mirada y abrir los corazones para acoger a
Jesús, el esperado por los pueblos. “En Adviento – señaló el Pontífice –
no vivimos sólo la expectativa de la Navidad, sino que estamos
invitados a despertar la espera del glorioso regreso de Cristo,
preparándonos para el encuentro final con Él con elecciones coherentes y
valientes. En estas cuatro semanas estamos llamados a dejar atrás un
estilo de vida resignado y rutinario, alimentando esperanzas y sueños
para un futuro nuevo”.
“En Adviento estamos invitados a despertar la espera del glorioso regreso de Cristo, preparándonos para el encuentro final con Él con elecciones coherentes y valientes”, agregó.
Vigilen, estén despiertos todo el tiempo
Comentando el Evangelio de San Lucas que la liturgia presenta este
Domingo, el Santo Padre indicó que este pasaje va precisamente en esta
dirección y advierte contra el dejarse oprimir por un estilo de vida
egocéntrico y por los ritmos febriles de la jornada. “Las palabras de
Jesús – precisó el Papa – resuenan particularmente incisivas: Tengan
cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las
preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre
ustedes. […] Estén despiertos todo el tiempo y oren incesantemente”.
Por ello, el Papa Francisco dijo que durante este tiempo litúrgico es
necesario estar despiertos y orar: es así como se vive este tiempo
desde hoy hasta la Navidad. “El sueño interior nace de girar siempre en
torno a nosotros mismos y de quedar bloqueados en el encierro de la
propia vida, con sus problemas, sus alegrías y sus dolores. Aquí yace la
raíz del letargo y la pereza de que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia, mirando fuera de nosotros mismos, ampliando nuestras mentes y corazones para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo”.
Este es el deseo de muchos pueblos martirizados por el hambre, la
injusticia y la guerra; es el deseo de los pobres, los débiles, los
abandonados. Este tiempo, agregó el Papa, es oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién donamos nuestras vidas.
No perder la identidad, no a la mundanidad
La segunda actitud para vivir bien el tiempo de espera del Señor,
puntualizó el Papa Francisco, es la de la oración, como dice el
Evangelio de Lucas: “Levántense y alcen la cabeza, porque su liberación
está cerca”. “Se trata de levantarse y orar – indicó el Pontífice –
volviendo nuestros pensamientos y corazones a Jesús que está a punto de
venir. Nos levantamos cuando se espera algo o alguien. Nosotros
esperamos a Jesús y queremos esperarlo en la oración, que está
estrechamente ligada a la vigilancia”.
Antes de concluir su alocución, el Papa Francisco se preguntó sobre
el horizonte de nuestra espera orante. La respuesta dijo, lo indican en
la Biblia las voces de los profetas. “Hoy es aquella de Jeremías, que
habla al pueblo duramente golpeado por el exilio y que corre el riesgo
de perder su identidad. Incluso nosotros los cristianos, que también
somos pueblo de Dios – precisó el Papa – corremos el riesgo de
mundanizarnos y perder nuestra identidad, es más, de paganizar el estilo
cristiano. Por eso necesitamos la Palabra de Dios que a través del
profeta nos anuncia: Ya llegan días en que cumpliré la promesa que hice a
la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra”.
Publicado en Vatican News
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