
“Quiénes somos como criaturas, qué significa ser humano, por qué deberíamos imaginar que tenemos alguna dignidad especial, estas son las preguntas permanentes detrás de todas nuestras ansiedades y conflictos”, comenzó Chaput.
La respuesta, agregó el arzobispo de Filadelfia, “no se encontrará en las ideologías ni en las ciencias sociales, sino sólo en la persona de Jesucristo,
redentor del hombre. Lo que, por supuesto, significa en primer lugar
que debemos comprender, al nivel más profundo, por qué debemos ser
redimidos”.
Predicar a Cristo con confianza
Chaput explicó que si se carece de la confianza para predicar a Cristo especialmente a los jóvenes, “entonces la Iglesia es simplemente otro proveedor de piedades éticas que el mundo no necesita”.
Recordando el Instrumentum Laboris
del Sínodo, el arzobispo habló del capítulo IV, que describe los
problemas de hoy y la necesidad de acompañar a los jóvenes cuando se
enfrentan a dichos problemas.

Sin embargo, indicó que es confuso asegurar que los jóvenes son los
“vigilantes y sismógrafos de todas las edades”, tal y como aparece en el
punto 51. En su opinión, estos es una “falsa adulación, pues en
realidad “los jóvenes a menudo son productos de la época,
formados en parte por las palabras, el amor, la confianza y el
testimonio de sus padres y maestros, pero más profundamente hoy en día
por una cultura que es a la vez muy atrayente y esencialmente atea”.
La crisis en la transmisión de la fe
Ante esta situación, monseñor Chaput considera que “los ancianos de
la comunidad de fe” tienen la tarea de transmitir la fe sin daños ni
concesiones. Pero con demasiada frecuencia –afirmó- “los líderes de mi generación, en nuestras familias y en la Iglesia, han renunciado a esa responsabilidad por una combinación de ignorancia, cobardía y pereza en la formación de jóvenes para llevar la fe hacia el futuro.
“Formar vidas jóvenes es un trabajo duro frente a una cultura hostil. La crisis de abuso sexual del clero es precisamente el resultado de la autocomplacencia
y la confusión introducidas en la Iglesia durante mi vida, incluso
entre los encargados de enseñar y liderar. Y los menores, nuestros
jóvenes, han pagado el precio por ello”, aseguró.
La enseñanza católica de la sexualidad
Para acabar, el arzobispo estadounidense insistió en que lo que la Iglesia “sostiene que es verdad sobre la sexualidad no es un obstáculo” sino que “es el único camino real a la alegría y la totalidad”.
Por todo ello, Chaput afirmó que “no existe ‘católico LGBT’ o un ‘católico transgénero’ o un ‘católico heterosexual’,
como si nuestros apetitos sexuales definieran quiénes somos; como si
estas designaciones describieran comunidades discretas de diferente pero
igual integridad dentro de la comunidad eclesial real, el cuerpo de
Jesucristo. Esto nunca ha sido verdad en la vida de la Iglesia, y no es
verdad ahora. De ello se deduce que ‘LGBTI’ y un lenguaje similar no se
deben usar en los documentos de la Iglesia, porque su uso sugiere que
estos son grupos reales y autónomos, y la Iglesia simplemente no
clasifica a las personas de esa manera.
“Explicar por qué la enseñanza católica sobre la sexualidad humana es verdadera, y por qué es ennoblecedora y misericordiosa, parece crucial en cualquier discusión sobre temas antropológicos.
Sin embargo, lamentablemente falta en este capítulo y en este
documento. Espero que las revisiones de los Padres sinodales puedan
abordarlo”, concluyó.
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