
¡Qué beneficioso sería para la Iglesia que nuestras catequesis se
basaran en captar y vivir la presencia de Cristo que actúa y obra
salvación, permitiendo que experimentemos incluso ahora la belleza de la
vida de comunión con el misterio de Dios el Padre, Hijo y Espíritu
Santo! El Papa deseó a los catequistas que vivan con intensidad para que
lleven a sus comunidades la riqueza de lo que han experimentado en este
encuentro internacional.
Asimismo, el Papa les expresó su deseo que hubiera querido compartir
con ellos en persona este momento tan importante en que se reunieron
para reflexionar sobre la segunda parte del Catecismo de la Iglesia
Católica, que aborda contenidos importantes y fundamentales para la
Iglesia y para todos los cristianos, como la vida sacramental, la acción
litúrgica y su impacto en la catequesis.
- Ser catequistas de vocación
El Papa recordó su primer encuentro con ellos en el Año de la Fe, en
2013, cuando les pidió que fuesen catequistas, que no trabajasen de
catequistas: ¡esto no sirve! Yo trabajo de catequista porque me gusta
enseñar. Pero si no eres un catequista, no sirve. Les dijo, ¡No serás
fecundo, no serás fecunda! Ser catequista es una vocación: ser
catequista, esta es la vocación, no trabajar de catequista. Presten
atención, no he dicho hacer de catequista, sino serlo, porque involucra
la vida. Lleva al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida,
con el testimonio”.
El Santo Padre tuvo que realizar un viaje apostólico a los Países
bálticos, programado hacía tiempo. Pero aprovechando la tecnología para
estar con los participantes, les dirigió un video mensaje y les dirigió
algunos pensamientos para que su llamada a ser catequistas asuma cada
vez más una forma de servicio que se lleva a cabo en la comunidad
cristiana y que debe ser reconocido como un ministerio de la Iglesia,
verdadero y genuino.
- El catequista da el primer anuncio
Para el Papa, el catequista es aquel que se ha puesto al servicio de
la Palabra de Dios, que frecuenta esta Palabra diariamente para hacer de
ella su alimento y participarla con los demás con eficacia y
credibilidad. El catequista sabe que esta Palabra está “viva” porque
constituye la regla de la fe de la Iglesia. En consecuencia, el
catequista no puede olvidar, especialmente hoy en un contexto de
indiferencia religiosa, que su palabra es siempre un primer anuncio.
“Piénsenlo bien: en este mundo, en esta área de tanta
indiferencia, vuestra palabra siempre será un primer anuncio, que llega a
tocar el corazón y la mente de muchas personas que están a la espera de
encontrar a Cristo. Incluso sin saberlo, pero lo están esperando. Y
cuando digo el primer anuncio no lo digo solo en el sentido temporal.
Por supuesto, esto es importante, pero no siempre es así. ¡El primer
anuncio equivale a subrayar que Jesucristo muerto y resucitado por el
amor del Padre, da su perdón a todos sin distinción de personas, si tan
solo abren sus corazones para dejarse convertir! A menudo no percibimos
el poder de la gracia que, a través de nuestras palabras, llega
profundamente a nuestros interlocutores y los moldea para que puedan
descubrir el amor de Dios”.
- El catequista no es un maestro que da una clase
El catequista, dijo, no es un maestro o un profesor que cree que da
una lección. La catequesis no es una lección; la catequesis es la
comunicación de una experiencia y el testimonio de una fe que enciende
los corazones, porque introduce el deseo de encontrar a Cristo. ¡Este
anuncio de varias maneras y con diferentes idiomas es siempre el
“primero” que el catequista está llamado a dar! Por favor, pidió, en la
comunicación de la fe no caigan en la tentación de trastocar el orden
con el cual la Iglesia desde siempre ha anunciado y presentado el
kerigma, y que también se refleja en la misma estructura del
Catecismo.
Por ejemplo, afirmó, no se puede anteponer la ley, aunque fuera la
moral, al anuncio tangible del amor y de la misericordia de Dios. No
podemos olvidar las palabras de Jesús: “No he venido a condenar, sino a
perdonar… “(Cf. Jn 3:17; 12.47). De la misma manera, no se puede
presumir de imponer una verdad de fe prescindiendo de la llamada a la
libertad que esta conlleva. Los que han experimentado el encuentro con
el Señor siempre se parecen a la samaritana que desea beber un agua que
no se agote, pero al mismo tiempo corre inmediatamente a decir a los
vecinos de su aldea que vengan donde está Jesús (cf. 30).
Por último, el Pontífice dijo que es necesario que el catequista
entienda, el gran desafío al que se enfrenta para educar en la fe, en
primer lugar, a aquellos que tienen una identidad cristiana débil y, por
esta razón, necesitan proximidad, acogida, paciencia, amistad. Sólo así
la catequesis se convierte en promoción de la vida cristiana, apoyo en
la formación global de creyentes e incentivo para ser discípulos
misioneros.
El misterio que celebra la Iglesia encuentra su expresión más bella y
coherente en la liturgia. Francisco les pidió que no olviden en nuestra
catequesis la contemporaneidad de Cristo. Efectivamente, es en la vida
sacramental, que encuentra su culminación en la Santa Eucaristía, Cristo
se hace contemporáneo con su Iglesia: la acompaña en las vicisitudes de
su historia y nunca está lejos de su Esposa. Él es quien se hace
cercano y próximo a los que lo reciben en su Cuerpo y su Sangre, y los
convierte en instrumentos del perdón, testigos de la caridad con los que
sufren, y participantes activos en la creación de la solidaridad entre
los hombres y los pueblos.
Pueden ver el vídeo pinchando AQUÍ
Fuente: Vaticannews.va
pastoralsantiago.es