Eduardo Viganó, Secretario de Comunicación de la Santa Sede contesta
Desde
hace tiempo se multiplican las cadenas y mensajes de Wassup con frases
del Papa Francisco que nunca ha dicho. Algunos ejemplos: Un texto en el
que dice: “No es necesario creer en Dios para ser buena persona”; otro
texto con la frase: “Necesitamos santos con jean y zapatillas…o una
noticia en la que el Papa dice “No hay fuego en el infierno: Adan y Eva
no son reales”. Algunas van más allá y llegan incluso a anuciar un
Tercer Concilio Vaticano para cambiar la doctrina.
Todo esto son bulos, son mensajes que comienzan a circular por las
redes sociales y que aprovechan una aparente verosimilitud. ¿Cómo
gestionar estas denominadas “Fake News”? El Secretario de Comunicación
de la Santa Sede Eduardo Viganó mostraba esta semana en La Linterna de la Iglesia algunas claves:
En su trabajo diario se enfrenta a la difícil tarea de gestionar
las interpretaciones, tantas veces falsas, que se realizan sobre el Papa
Francisco. ¿Dónde está el límite? ¿Cuándo debe responder la Sala de
Prensa del Vaticano a las difamaciones o ‘fake news’?
Esto depende un poco de la escuela de pensamiento. De todas formas,
las noticias falsas nacen más de una ideología de precomprensión, por lo
tanto, creo cada uno tiene el derecho de expresar su propia posición.
Sostengo que la Sala de Prensa, según mi modo de ver, no debe intervenir
constantemente para precisar porque esto conduciría a una estrategia
por la cual una noticia verosímil, pero no verdadera, se vuelve
importante y entra en el juego de la fabricación de noticias y en la
agenda de los medios.
¿Está al tanto el Papa de las ‘fake news’, noticias falsas o
manipuladas que se cuentan sobre él? ¿Cómo reacciona ante las
difamaciones?
Él duerme en paz, eso dice, también porque las noticias falsas tienen
como característica la verosimilitud, esto es, no son noticias que se
muestran como aparentemente falsas sino que aparecen como verosímiles, y
por eso tienen una vida. Pero digamos que el periodismo de los
profesionales, de los órganos de información que tienen una credibilidad
reconocible y una identidad histórica -como es natural- saben buscar la
verdad en las fuentes y, por tanto, no caen en estos graves errores.
Con la conversión digital, sobre todo con las redes sociales, muy a
menudo estas noticias falsas se vuelven una estrategia para construir
opiniones contrarias a alguien o para integrarse en el entorno de
alguien.
¿Cómo afectan esos rumores, esos chismes, a la Iglesia y a la
sociedad? ¿Qué actitud debemos tomar? Me refiero a cada persona, pero
especialmente a los periodistas y a los medios de comunicación.
El “chismoso”, si no tuviese un entorno que lo acoge, que lo
proyecta, no existiría. Por eso creo que todos nosotros somos un poco
víctimas y culpables al entrar en esta dinámica del “chismoso”. ¿Por qué
nace el chismoso? Porque se necesita verificar, sobre todo en procesos
de cambio de liderazgo, se necesita verificar el grado de cohesión de un
grupo con respecto al nuevo líder. Por lo tanto, por ejemplo, cuando
hay un cambio de líder, las preguntas que se hacen para verificar el
tipo de relación con el líder que está emergiendo…Son preguntas del
tipo: ¿qué se dice? ¿qué se piensa? Esas preguntas se hacen para
estimular al interlocutor para que se exponga. Naturalmente, quien
entiende que esto puede ser una estrategia, responde de manera evasiva,
hablando del tiempo o del último modelo de coche… ¿Por qué? Porque el
chismoso desarrolla, ciertamente, la capacidad de construir grupos, de
regularlos bajo el punto de vista de la cohesión, e incluso de legislar
sobre los juegos comunicativos del cotilla. Por tanto, el chismoso
dentro de la Iglesia hoy se presenta como un proceso de comunicación muy
importante de estudiar porque es una estrategia de construcción de un
consenso o de destrucción de una persona que se ve como enemiga.
Aleteia