La sexta edición del Foro Católico Musulman en Berkeley ofrece una declaración esperanzadora
Tras
celebrarse, en el marco académico de Berkeley, California (Estados
Unidos), la sexta edición del Foro Católico Musulmán, el pasado 8 de
noviembre la delegación musulmana y la católica han emitido una
declaración conjunta que denota “convergencias significativas entre sus
respectivas tradiciones”.
Este Foro, establecido en 2008 por el Pontificio Consejo para el
Diálogo Interreligioso, enfrentó el siguiente tema: “Desarrollo humano
integral: creciendo en dignidad. Perspectivas católicas y musulmanas”. Y
como subtemas: ¿Qué significa ser humano?, Desarrollo humano integral y
Obstáculos y oportunidades del desarrollo humano integral.
Doce expertos del lado católico y doce del lado musulmán, más seis
observadores, han coincidido en señalar que las convergencias son un
paso adelante en el diálogo entre ambas religiones y constituyen un
motivo de esperanza no sólo para los cristianos y los musulmanes, sino
para todos, porque favorecen una colaboración significativa de cara a la
promoción del desarrollo humano integral.
Dignidad, igualdad, protección
Los nueve puntos de la Declaración Conjunta parten de que tanto
cristianismo como islam afirman que Dios creó a la humanidad y la colocó
en la cima de la creación, para que usara a ésta “con gratitud y
sabiduría”, respetando las leyes de la naturaleza, pues los seres
humanos solamente son “administradores de la Tierra y de sus recursos”.
Recursos que han sido donados por Dios a todas las generaciones.
El segundo punto subraya que “Dios ha concedido a cada ser humano una
dignidad inalienable de la que se derivan los derechos humanos
fundamentales, así como la obligación de los gobiernos de protegerlos”,
mientras que, en tercer lugar, la declaración afirma “la igual dignidad y
valor de todas las personas independientemente de su raza, sexo,
religión o condición social”.
En este punto tercero, católicos y musulmanes reunidos en Berkeley
condenaron “categóricamente” todo intento de estereotipar a cualquier
pueblo “o de atribuirle una culpabilidad colectiva por las acciones
cometidas por individuos pertenecientes a él”. Así mismo, en el cuarto
punto, señalaron que la libertad de conciencia y de religión son los
puntales de los derechos humanos y, por tanto, “nuestro deber colectivo
exige que respetemos, preservemos y promovamos dichos derechos”.
El quinto punto reconoce que “Dios, nuestro Creador, desea el
crecimiento integral de cada ser humano” y que ese crecimiento hace
florecer al completo los dones de Dios que son “cuerpo, alma, intelecto y
espíritu”.
Florecimiento de la persona
El sexto punto es un punto crucial, pues ambas delegaciones
reconocieron que cristianismo e islam “tienen recursos morales,
intelectuales y espirituales que pueden contribuir al desarrollo humano
integral de los individuos y las comunidades”. Por ello mismo, las
personas de buena voluntad, comprometidas con el bien común, “son los
aliados naturales de los creyentes deseosos del desarrollo integral de
las personas, las comunidades, y toda la humanidad y de la conservación
del medio ambiente que nos sostiene”.
El séptimo de los nueve puntos recuerda que, como creyentes,
católicos y musulmanes “estamos llamados a hacer todo lo posible para
hacer frente a todo lo que obstaculiza el desarrollo integral de la
humanidad, incluidas las interpretaciones erróneas o malentendidos de
nuestros respectivos textos sagrados y tradiciones”; en tanto que el
octavo punto insiste en que la inseguridad, los conflictos, y la
proliferación de armamentos, “constituyen graves obstáculos para la
realización de la voluntad de Dios sobre la humanidad, su bienestar y el
crecimiento en la paz y la seguridad”.
Por ello, ambas delegaciones consideraron que es obligación moral de
católicos y musulmanes denunciar las guerras y el comercio de armas que
consumen recursos preciosos para el desarrollo personal y colectivo.
Finalmente, los católicos y los musulmanes reunidos en Berkeley
coincidieron en señalar, en el noveno punto de la declaración conjunto,
que, juntos, como creyentes, “afirmamos que las personas necesitadas de
desarrollo deben capacitarse para cumplir su destino, permitiéndoles
ocupar el lugar que le corresponde como miembros de pleno derecho de la
familia humana de acuerdo con la voluntad de Dios”.
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