El sacerdote David Jenuwine, vicario parroquial de San Apolinar en Napa (California), llevaba tiempo preguntándose cómo podía llegar a mucha gente joven a la vez para anunciarles la Buena Nueva.


Y la respuesta le vino cuando escuchando la radio se enteró de que se iba a celebrar un macrofestival de música rock, Battlerock, en su ciudad y que durante tres días congregó a más de 30.000 personas. Fue así como organizó al equipo de evangelización de la parroquia para aprovechar esta cita y dar asistencia espiritual a quien quisiera acercarse a ellos.

El sacerdote se presentó en el festival con un cartel
Y así fue como el padre Jenuwine se presentó en la entrada del festival con un una estola morada y un cartel que decía: “Sacerdote católico. Bendiciones, oraciones, confesiones. Respuestas”.

Este cura quería llegar así a muchos jóvenes y si no podía hablar con todos al menos quería hacer presente a la Iglesia en uno de estos eventos. Esta era la respuesta a la pregunta que durante días tenía en su cabeza sobre qué maneras creativas había para llegar a adultos jóvenes.

Tras proponerlo en la parroquia, el encargado de juventud le recordó que este festival de Battlerock era un “caos”. Esa fue la señal definitiva para lanzarse a esta aventura evangelizadora: “¡Vamos a hacerlo!”, fueron sus palabras.

Repartieron todas los rosarios y estampas que tenían
Según relató a Catholic News Agency, el padre Jenuwine se colocó en un lateral del festival y su equipo de evangelización en el otro. Antes rezaron delante del Santísimo pidiendo las gracias para poder llegar a los jóvenes que allí se congregaban.

Tanto el sacerdote como los que le acompañaron de la parroquia llevaban rosarios, estampas y medallas milagrosas. Y pronto se les agotaron todas sus existencias.

"Esa primera noche nos repartimos todos los rosarios, las estampas, cada medalla milagrosa que teníamos pero pudimos encontrar más así que salimos de nuevo el domingo", aseguró este sacerdote.

Sorpresa, alegría, indiferencia y también malestar por su presencia
El padre David estuvo buena parte del sábado y algunas horas del domingo y para él la experiencia fue fantástica pues pudo tratar con gente que les escuchaba, personas sorprendidas de ver a un sacerdote pero también experimentar la indiferencia e incluso el desprecio de algunos participantes. Pero sabía a lo que se enfrentaba.

“En cuanto tenía contacto visual con la gente les decía, ‘hola, ¿cómo estás?’”, recordó este sacerdote. Algunos le preguntaban si era realmente un sacerdote, otros participantes en el festival se acercaron a él para darle la bienvenida con frases como: “Hola padre, qué bueno verle por aquí”.

Sin embargo, los habñia también que no estaban tan contentos de ver a un sacerdote. Uno de ellos le preguntó: “¿para qué traes esto aquí?”.  Y el sacerdote le contestó que estaban ahí “para decirle que Dios le amaba”. El joven, molesto, le dijo que ya lo sabía. “¡Bueno, bueno, pues eres uno de los pocos!”, le recordó el padre Jenuwine.
ReligiónenLibertad

    Web oficial de San Juan de Ávila

    Sobre San Juan de Ávila