Uno más. Sami Aoun, un joven musulmán procedente del Líbano, formaba parte de esa larga fila de peregrinos que recorren el santuario de Fátima de rodillas. Para muchos, buscan que la Madre de Dios, que se apareció a los tres pastorcitos, escuche sus plegarias; para otros, un signo de agradecimiento por su intercesión. El caso de Sami va incluso más allá y, apenas a dos día de la visita del Papa Francisco, aprovechó un viaje a Madrid para trasladarse hasta Fátima y conocer in situ el lugar donde le habían contado que “la Virgen se había aparecido”.
Mientras avanza, no sin dificultad, este joven libanés reza: por su mujer y por el hijo que dará a luz en apenas dos meses; también porque haya más unidad entre cristianos y musulmanes, fundamentalmente en Oriente Medio.

La pregunta es evidente: ¿por qué rezar en un santuario católico? Sami respondió con claridad a la Agencia Lusa: “El musulmán tiene que creer primero en el cristianismo y después en el islam, porque el cristianismo vino antes y abrió el camino para que las personas creyeran en Dios”.

Durante el recorrido, que lo hizo acompañado de dos amigos libaneses, Sami sintió el aliento de otros peregrinos, todos ellos cristianos. Y llegó hasta la Capilla de las Apariciones: “Es una sensación grande. Quizá se siente un 0,001 % de lo que sufrió Jesús cuando fue llevado a la cruz”.

Luego añadió: “Creo en la Virgen María. Creo que ella se apareció aquí a los tres pastorcitos. Cuando llegué a Fátima y vi a los peregrinos hacer esto –cumplir las promesas de rodillas–, yo también quise hacerlo, por la Virgen María y por Jesucristo. Como musulmán creo en Jesucristo y lo amo. Los musulmanes lo queremos mucho, no como dicen los medios de comunicación”.

El joven cree que su gesto pone de manifiesto que cristianos y musulmanes pueden vivir juntos. Mohammad, que le acompaña, apostilla: “En nuestro país, también hubo una gran división, que es una vergüenza en la historia del Líbano. Pero es un país que recibe a todo el mundo: armenios, kurdos y palestinos. Es muy importante la unión entre los pueblos”.

El otro acompañante, Lusa Hassam, añade que tomos somos “hermanos, con la misma sangre”. “¿No venimos todos de Adán? ¿Cuál es la diferencia?”, concluyó.
Por F. O. Artículo publicado originalmente por Alfa y Omega
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