La figura de John Henry Newman es, sin duda, una de las más significativas para el catolicismo de la segunda mitad del siglo XIX, y en general de la época contemporánea. Aún hoy inspira a muchos, que este mes de mayo recuerdan, en su 170 aniversario, su ordenación como sacerdote católico, el 30 de mayo de 1847. Además, en este mismo mes, pero en el año 1879, fue creado cardenal, lo que le otorgó la famosa denominación por la que se le conoce: el cardenal Newman.

Este importante personaje no sólo había estado lejos de la Iglesia católica, sino que había intentado rebatir la auténtica sucesión apostólica de Roma, afirmando que dicha sucesión recaía sobre la Iglesia de Inglaterra… Incluso había concebido al Papa como el Anticristo.

John Henry Newman, considerado como uno de los fundadores del Movimiento de Oxford, es, sin duda, uno de los pensadores más ilustres de la segunda mitad del siglo XIX. 

Desde muy joven, con poco más de 15 años, comenzó a interesarse por los escritos de los Padres de la Iglesia, y en torno a la misma época ya estaba seguro de que dedicaría su vida a Dios. Eso sí, como paladín de la Iglesia de Inglaterra y azote de los católicos. 

En su juventud, Newman estaba seguro de que la auténtica sucesión apostólica había permanecido en la Iglesia que escindiera el monarca Tudor Enrique VIII en el siglo XVI de la Iglesia de Roma, pero, cuanto más empeño ponía en intentar argumentar dicho convencimiento, más se daba cuenta de que era justo al revés: que la verdad se encontraba en el catolicismo. 

Finalmente, sólo le quedó una opción.
La conversión al catolicismo de este significativo miembro del clero anglicano, bien considerado en los círculos intelectuales y universitarios ingleses asociados a la llamada Low Church abrió una enorme brecha en la Iglesia de Inglaterra que no ha hecho sino agrandarse hasta el día de hoy, y que marcó un antes y un después en la situación del catolicismo inglés. 

Así, su conversión al catolicismo se materializó el 9 de octubre de 1845, siendo ordenado presbítero (católico) el 1 de junio de 1847.

El beato Newman fue un gigante a cuyos hombros se subieron algunas de las personalidades más importantes del Movimiento de Oxford y más influyentes del pensamiento católico británico del siglo XX como Gerard Manley Hopkins, Henry Edward Manning, Robert Hugh Benson, Hilaire Belloc, G. K. Chesterton, J. R. R. Tolkien, etc.

En cuanto a su vida y obra, se han vertido verdaderos ríos de tinta, entre los que cabría destacar John Henry Newman. Una biografía (Palabra, 2010), del prestigioso investigador británico Ian Ker. 

Pero caso aparte es el de la existencia de estudios sobre la filosofía y el pensamiento de John Henry Newman. En español apenas contamos con trabajos sobre el pensamiento del cardenal, aun siendo uno de los más grandes apologetas católicos de la época contemporánea. 

Por ello la novedad de El personalismo de John Henry Newman (Palabra, 2017), del estadounidense John F. Crosby, profesor de Filosofía en la Universidad Franciscana de Steubenville, conlleva un salto cualitativo en cuanto al conocimiento del pensamiento del cardenal Newman.

Así, el autor nos propone un itinerario o viaje intelectual a través de la filosofía del cardenal inglés con el hilo conductor del pensamiento personalista, o como él lo llama, de “su ethos personalista”, campo en el que han destacado otros grandes personajes del pensamiento cristiano como Max Scheler, Jacques Maritain, Dietrich von Hildebrand o Karol Wojtyla. 

Aunque Crosby advierte, muy acertadamente, que la definición de personalismo es posterior a Newman, y que éste no se consideraba parte de ninguna filosofía o movimiento filosófico que lo conectara con pensadores como Kierkegaard, sí es cierto que mediante los textos, discursos y homilías del beato cardenal el autor expone la posición pionera de Newman con respecto a este pensamiento. 

Así, el autor se centra en dos aspectos fundamentales del pensamiento de Newman: su religiosidad teocéntrica y su importancia de la individualidad personal. En ambos aspectos se recoge la filosofía de Newman en la crítica al relativismo y al liberalismo y en la esencia de entender el corazón humano como motor de las acciones del hombre. En definitiva, una genial síntesis de uno de los pensamientos más preclaros del cristianismo contemporáneo.

Este libro no sólo es la apuesta perfecta para aquellos enamorados del delicioso pensamiento del cardenal Newman, sino una genial oportunidad de acercarse a uno de los mayores apologetas católicos de nuestros tiempos.
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