"¿Hoy fui funcionario o mediador? ¿Me he custodiado a mí mismo,... o he dejado que el día transcurriese al servicio de los demás?"
Dirigiéndose directamente a la comunidad del Pontificio seminario romano mayor, «a los seminaristas y a los formadores», Francisco planteó la cuestión de si «hay también sacerdotes insatisfechos». Porque —reconoció— «los hay y hacen mucho daño cuando viven una vida que no es plena; por un lado no encuentran la paz, por otro lado, siempre pensando en proyectos y luego cuando los tienen en sus manos» dicen: «No, no me gusta». Todo esto pasa, añadió el Papa, «porque su corazón está lejos de la lógica de Jesús y por eso hay algunos sacerdotes insatisfechos, no son felices, se quejan y viven tristes».
Pero «¿cuál es la lógica de Jesús que da la plena satisfacción a un sacerdote?», se preguntó el Pontífice, sugiriendo inmediatamente la respuesta: es «la lógica del mediador». Jesús «es el mediador entre Dios y nosotros; y nosotros tenemos que seguir este camino de mediadores y no el otro modelo que se parece mucho pero no es el mismo: intermediarios». Porque, afirmó el Papa, hay «diferencia entre un mediador y un intermediario». En efecto, «el intermediario hace su trabajo y cobra su paga: quieres vender esta casa, quieres comprar una casa, yo hago de intermediario y me quedo con un porcentaje; es justo, ha sido mi trabajo». En definitiva, «el intermediario sigue este camino: él nunca pierde».
«En cambio, el mediador —explicó Francisco— se olvida de él mismo para unir a las partes, da la vida, a sí mismo, el precio es ese: la propia vida, paga con la propia vida, con su cansancio, su trabajo, muchas cosas». Y «el párroco», añadió el Papa, da la vida precisamente «para unir al rebaño, para unir a la gente, para llevarla a Jesús». Porque «la lógica de Jesús como mediador es la lógica de despojarse de sí mismo» […].
«En el examen de conciencia —dijo Francisco dirigiéndose directamente a la comunidad seminarista— considerad esto: ¿hoy fui funcionario o mediador? ¿Me he custodiado a mí mismo, me busqué a mí mismo, mi comodidad, mi orden, o he dejado que el día transcurriese al servicio de los demás?».
La actitud justa, sugirió, es la de tener siempre «la puerta abierta» y sonreír: «incluso con muchas dificultades, el mediador sonríe, es tierno, el mediador tiene ternura, sabe acariciar a un niño». […] Porque «el mediador es alguien alegre incluso en la cruz»”. (SANTO PADRE FRANCISCO, Resumen de la Meditación diaria en la Misa matutina Capilla de la Domus Sancate Marthae, 9-12-2016)
Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela
-Diciembre 2016-
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