por Manuel Blanco
UNA “TÍA LEGAL”

Un alumno le preguntó a otro por la nueva compañera de clase: “Edurne es una tía legal, neno. Está como un tren, es inteligente, divertida… Le encanta el fútbol, los chistes guarrillos, la cerveza y las tapas. Te presta tabaco y, sobre todo, nunca se chiva de mis malos rollos ni de mis notas horribles”. Mentira. Así la miraba él.

Muchas veces, los hombres vemos a las mujeres a través de unos prismáticos fabricados de interés. Cuando el ser humano busca convertir en legal los propios caprichos, entonces, se fractura. Lo legal no ha nacido para tapar las miserias de unos pocos, sino por pedagogía. Con el tiempo, el caso de Edurne se volvió aún más curioso.

Convertida en mujer casada, no acude a cenas sin su marido. Riñe a los hijos y a sus amigos cuando se burlan de ancianos con bastón. Voluntaria en una ONG, no cobra comisiones. Sólo ella se atreve a calificar de “horterada” un pelo largo y desaliñado. ¿Se pasa de legal? Tal vez se cuida. Nunca dejó que un “marulo” la manipulase.

Entonces, ¿quién es legal? Más aún: ¿Dios es un tipo legal? Necesitaremos toda la fuerza y la sabiduría de su Ley para entenderlo un poco. Sólo con su Espíritu, no pensaremos que, por seguirle, “pintamos el indio”. Sólo con una buena cuaresma podremos intuir que, en el Templo del Cuerpo de Cristo, ha nacido la nueva humanidad.

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