
Mujer de ojos abiertos, a ejemplo de
Santo Domingo, descubre a Jesús en la contemplación, la oración diaria,
la vida comunitaria y la predicación del Evangelio para la salvación de
las almas. La pasión de Teresa por la educación le mueve a formar y
educar a los más pobres y desfavorecidos, especialmente a la mujer. Las
hermanas presentes en diferentes lugares del mundo continúan haciendo
visible el rostro de Teresa Titos, sierva de Dios, allí dónde la misión
al servicio del Evangelio se hace necesaria.
Celebrar un siglo de existencia
significa aprender y agradecer la historia vivida, discernir en el
presente las huellas de Dios en una humanidad que sufre y abrirnos a un
futuro a la vez incierto y prometedor. Con este Centenario, la
Congregación Santo Domingo, recuerda este tiempo de gracia vivido en
espacios, lugares y situaciones diferentes, que nos han llevado a
alcanzar nuestra personalidad, nuestro ser, nuestro hoy. Para vivir el
presente con pasión y el futuro con esperanza, no podemos olvidar
nuestros orígenes, nuestras raíces, la tierra de dónde hemos brotado,
para poder fecundar, como Teresa Titos, y seguir llevando la Buena
Noticia hasta los confines de la tierra.