Se descubrió el tapiz y San Pedro rompió en aplausos. El 2 de mayo de 2011, Juan Pablo II se convirtió en beato. 

Seis años antes, más de un millón y medio de personas le dieron su último adiós en Roma. Era 8 de abril de 2005 y el viento agitaba las hojas del Evangelio sobre su féretro. Juan Pablo II había fallecido 6 días antes y el mundo le recordaba al grito de "Santo súbito”. 

Su vida se apagó poco a poco pero la enfermedad no fue un obstáculo para que continuara incansablemente hablando de Dios; incluso en los últimos momentos, cuando le faltó la voz. 

Fue Papa durante 26 años y 5 meses, uno de los pontificados más largos. Sumando los kilómetros que recorrió, a lo largo y ancho del mundo, podría haber hecho 3 viajes a la Luna. En cada destino fue capaz de tocar el corazón de las personas. 

En 1978, tras dos jornadas de cónclave, fue elegido sucesor de Pedro. Cuentan que fue el último cardenal en llegar a Roma porque su coche se estropeó e incluso tuvo que hacer autostop para llegar.

Venía de Cracovia. Era arzobispo desde 1962 y cardenal desde 1967. En esta ciudad polaca vivió 40 años. Allí fue primero seminarista, luego sacerdote, obispo auxiliar y finalmente arzobispo. Especialmente duros fueron sus años como seminarista porque tuvo que estudiar en el seminario clandestino que fundó el cardenal de Cracovia. Juan Pablo II recordaba con emoción aquella época que culminó con su ordenación sacerdotal en 1946. 

JUAN PABLO II
"Esta experiencia de obrero y a la vez seminarista clandestino me ha acompañado toda la vida. En la fábrica, para hacer mi turno de ocho horas, de día o de noche, llevaba conmigo algunos libros. Mis colegas obreros se extrañaron un poco, pero no se escandalizaron”. 

Era 1943. Durante el día trabajaba 8 horas en una cantera y durante la noche se preparaba para el sacerdocio. Eran los años en los que el comunismo había terminado con la libertad de los polacos. Era el segundo régimen totalitario que sufría el país.

Los nazis lo habían invadido años antes cuando Karol Wojtyla estudiaba en la universidad Jagellónica de Cracovia. Allí, junto a muchos amigos judíos, daba rienda suelta a una de sus pasiones: el teatro. La llegada de Hitler a Polonia truncó sus años universitarios.

Para entonces, Karol estaba ya solo. Su padre había muerto en 1941. Con él había vivido desde que fallecieron su hermano Edmund, en 1932, y su madre cuando él apenas tenía 8 años. 

Al morir Emilia, la madre de Juan Pablo II, su padre les llevó a él y a su hermano a un santuario mariano y les señaló a la Virgen. Les dijo que ella sería su madre. Nació entonces su enorme devoción por María. Eran todavía los años en los que la familia vivía en Wadowice, donde el pequeño Lolek, como le llamaban cariñosamente, nació un 18 de mayo de 1920.

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