Fue el 11 de octubre de 1962. Había comenzado uno de los hechos que marcaron la Historia de la Iglesia en el siglo XX: el Concilio Vaticano II.
Cuando Juan XXIII vio la muchedumbre que se había formado en la plaza, improvisó un discurso memorable: el "Discurso de la Luna”.
Hijos míos, escucho vuestras voces. La mía es una sola voz pero resume la voz del mundo entero. Aquí todo el mundo está representado. Puede decirse que hasta la luna se ha asomado esta noche.
GIOVANNI MARIA VIAN
Director, L'Osservatore Romano
"Y dice: También la luna se ha asomado para saludarnos. Volved a vuestras casas y dad una caricia a los niños, a los ancianos, a quien sufre, que es la caricia del Papa. Yo me acuerdo perfectamente, yo estaba en esa plaza, en la plaza de San Pedro”.
ALEXANDRA VON TEUFFENBACH
Autora "Johanes XXIII. Begegnen”
"Pero lo dijo con una gran ternura, de un modo que en aquella época no era conocido. FLASH Fue tan sencillo y le salió de tan dentro del corazón, que conmovió”.
El Discurso de la Luna retrató el carácter de Juan XXIII. Un hombre al que tradicionalmente se le conoce como 'Papa bueno'.
ALEXANDRA VON TEUFFENBACH
Autora "Johanes XXIII. Begegnen”
"Ya por las formas era simpático. Tenía una sonrisa acogedora, incluso para los periodistas, a quienes recibió inmediatamente. Este modo de ser lo hizo 'bueno' a ojos del mundo”.
GIOVANNI MARIA VIAN
Director, L'Osservatore Romano
"Y me acuerdo de la muerte, otra vez en la plaza de San Pedro, como la muerte de un patriarca. Como se moría hace algunos años, circundados por el afecto de los familiares. Y los familiares, para Juan XXIII, era el mundo”.
Juan XXIII pasará a la historia por ser el Papa que puso en marcha el Concilio Vaticano II. Un proyecto destinado a marcar el rumbo de la Iglesia en el mundo en vísperas de un período
convulso; la Revolución del 68.