En el número cinco de nuestra Revista diocesana Barca de Santiago salió esta entrevista a Mons. Carlos Escribano. Ahora, y ante su presencia como ponente en las Próximas Jornadas Sacerdotales de Poio -en septiembre- la publicamos aquí, lo que nos permitirá acercarnos acercarnos a su persona y conocerle más

1.- ¿Cómo es que Vd. nació en Carballo? ¿Le queda algún lazo familiar con esa tierra?
El motivo fue que mi padre trabajó en unas minas en Carballo. De los 6 hermanos que somos, tres nacimos allí. Al poco de nacer yo, regresamos a Aragón. Quedan en Galicia algunos amigos de mis padres, pero ningún familiar.


2.- Vd. forma parte de una reciente generación de obispos que han nacido en un clima de nueva evangelización. ¿Qué supone eso respecto de sus predecesores en el episcopado?
Entiendo que la preocupación por la nueva evangelización atañe a todos los obispos por igual. Estamos ante uno de los grandes retos que debe afrontar la Iglesia en este tercer milenio y que ha animado el ministerio apostólico de los Papas desde el Concilio Vaticano II.
La nueva evangelización es el instrumento que nos puede ayudar a hacer frente a los desafíos de un mundo cambiante. Nos encontramos ante una situación novedosa que se convierte en un desafío inquietante e ilusionante a la vez. El objetivo de la evangelización consiste en permitir a cada hombre entrar en contacto con Cristo para conocerle, amarle y servirle y, a la vez, hacer a la Iglesia más apta para transmitir, de manera persuasiva y comprensiva, el Evangelio de la salvación.  Además, en nuestra realidad actual no se trata tan solo de saber transmitir los contenidos de la fe, que en ocasiones nos resulta enormemente complicado, sino engendrar el acto de fe por el que podemos describir con propiedad al sujeto cristiano.
En esta tarea debe sentirse implicada toda la Iglesia y todos los obispos del mundo.

3.- ¿En qué comisión de la Conferencia Episcopal le ha tocado colaborar? ¿En qué están trabajando?
Estoy en la CEAS (Comisión Episcopal de Apostolado Seglar) por ser el Consiliario Nacional de la Acción Católica desde Octubre pasado. En este contexto me toca acompañar la Federación de Movimientos de Acción Católica en España que está compuesta por la Acción Católica General, que es la resultante de la fusión de la Acción Católica de Adultos de los Jóvenes de Acción Católica (JAC) y del Movimiento Junior, y por los Movimientos especializados de Acción Católica.
Los Movimientos especializados atienden sus áreas preferentes de evangelización haciéndose presentes, de manera dispar, en las diócesis españolas. Por su parte, la Acción Católica General está desarrollando un nuevo proceso muy interesante que incide en la vida de las parroquias y potencia su acción evangelizadora.
Pertenezco también a la Subcomisión de Familia y Vida. En este momento se está realizando un intenso estudio sobre la realidad sociológica, cultural, moral y espiritual que envuelve a la familia y las consecuencias que se desprenden a la hora de anunciar el Evangelio.

4.- Algunos rasgos de su diócesis de Teruel e inquietudes pastorales de su Obispo
La diócesis de Teruel y Albarracín es una diócesis extensa, cuenta con unos 11.000 kilómetros cuadrados. La población no es excesiva, pues en toda la diócesis hay unos 95.000 habitantes de los cuáles 35.000 viven en la ciudad de Teruel. Estos datos presentan una diócesis eminentemente rural y, en general, envejecida.
En este momento estamos elaborando un nuevo plan diocesano de pastoral. Son muchas las aportaciones a la elaboración del mismo por parte de los sacerdotes, religiosos y de los seglares de las distintas parroquias y comunidades. El primer anuncio y la formación de los cristianos (en torno al Año de la Fe), la pastoral vocacional, la pastoral familiar, la pastoral juvenil y la acción caritativa en estos tiempos de crisis económica aparecen como prioridades inexcusables en este momento.

5.- Vd. se ha especializado en temas de familia.  ¿Cómo puede la Iglesia -sacerdotes, consagrados y laicos- ayudar a esta institución tan vital para la sociedad?
La Iglesia sabe de la importancia de la familia en la trasmisión de la fe. El beato Juan Pablo II recordaba al principio de su pontificado en 1979 en Puebla (Méjico) que la evangelización del tercer milenio debía pasar por la familia cristiana.
Concretar esa ayuda es labor de toda la Iglesia y de todos sus miembros. En España, en el año 2003, la Conferencia Episcopal Española publicó el Directorio para la Pastoral de Familiar que es un documento que puede aportar elementos novedosos e imprescindibles a la hora de afrontar la misma. Aspectos como la familia, sujeto y objeto de la evangelización de la Iglesia; la vocación al amor como hilo conductor de la pastoral familiar; la transversalidad de la misma atendiendo a la preparación al matrimonio y a la vida familiar que no comprende solo la inmediata (los cursillos prematrimoniales) sino la remota (partiendo desde la infancia) y la próxima (que marcaría la posibilidad de acompañar a los jóvenes en su discernimiento)….
El considerar a la familia como “Iglesia domestica” abre grandes perspectivas a la hora de trabajar con ella e invita a esperar muchos frutos de su potencial eclesial.

6.- Sabemos que es un gran apasionado del mundo de la cultura. Aparte de una formación constante, ¿un obispo tiene tiempo para leer o ver alguna buena película?
Ciertamente el “tiempo libre” que uno tiene no es excesivo. Los libros que puedo leer suelen ser de temas en los que hay que profundizar para un mejor ejercicio de mi ministerio. Por desgracia, y aunque soy un entusiasta del cine, no tengo la oportunidad de ver casi ninguna película.

7.- ¿Ha hecho el camino de Santiago? Su relación con el Pilar ha sido intensa (formó parte del presbiterio zaragozano) y nos gustaría saber su opinión sobre esta vía de evangelización tan aprovechable.
Sí, el Camino de Santiago lo he realizado en varias ocasiones. La última sabiendo mi nombramiento para la diócesis de Teruel y Albarracín, pocas días antes de hacerse público. Siempre lo hicimos con los jóvenes de las parroquias en las que estuve de párroco.
El Camino de Santiago se ha mostrado siempre como una gran oportunidad evangelizadora en el trabajo con los jóvenes. Las largas caminatas en grupo o en soledad, lo imprevisible de la climatología, el encuentro fraterno con los peregrinos, la acogida generosa de las gentes de los pueblos y parroquias, la fatiga y el cansancio que se acumulan… todo ello se va descubriendo como una magnífica oportunidad de encontrase con Dios, de abrir el corazón al misterio de su infinito amor.
Soy un entusiasta del Camino de Santiago por convertirse en una magnífica ocasión de evangelización. De hecho, si Dios quiere, nos gustaría peregrinar este próximo verano a la tumba del Apóstol con los jóvenes de la diócesis de Teruel y Albarracín, evocando la gran experiencia del pasado verano en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid.

Entrevista realizada por: Manuel Blanco

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