Diez ideas sobre "Porta fidei"

1. “La puerta de la fe” (cf. Hechos14, 27): Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida.


2. La necesidad de la fe ayer, hoy y siempre. Profesar la fe en la Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (Cf. 1 Juan 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de os siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.


3. Vigencia y valor del Concilio Vaticano II. Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia.


4. La renovación de la Iglesia es cuestión de fe. La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.


5. La fe crece creyendo. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo.


6. Profesar, celebrar y testimoniar la fe públicamente. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este “estar con él” nos lleva a comprender las razones por las que se cree.


 
7. La utilidad del Catecismo de la Iglesia Católica. Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II.


8. Recorrer y reactualizar la historia de la fe. Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, “que inició y completa nuestra fe” (Hebreos 12, 2). En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.


9. No hay fe sin caridad, no hay caridad sin fe. ”¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?” (Cf. Santiago 2, 14-18).


10. Lo que el mundo necesita son testigos de la fe. Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin.

2012 Año de la Fe
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