Queridos hermanos y hermanas,

Sigo con gran preocupación la situación de tensión y violencia que afecta a Tierra Santa. En este momento se necesita de mucho coraje y mucha fortaleza para decir no al odio y la venganza y cumplir gestos de paz. Por esto oramos para que Dios fortalezca en todos, gobernantes y ciudadanos, la valentía para oponerse a la violencia y tomar medidas concretas para la distensión. En el contexto actual de Oriente Medio es más que nunca fundamental que se realice la paz en Tierra Santa: esto nos pide Dios y el bien de la humanidad.

Al final de esta celebración, deseo saludar a todos los que han venido a rendir homenaje a los nuevos santos, especialmente a las delegaciones oficiales de Italia, España y Francia.

Saludo a los fieles de la diócesis de Lodi y Cremona, así como las Hijas del Oratorio. El ejemplo de San Vicente Grossi apoye el compromiso de la educación cristiana de las nuevas generaciones.

Saludo a los peregrinos que han venido de España, especialmente de Sevilla, y las Hermanas de la Compañía de la Cruz. El testimonio de Santa María de la Inmaculada Concepción nos ayude a vivir la solidaridad y cercanía con los más necesitados.

Saludo a los fieles de Francia, sobre todo de Bayeux, Lisieux y Sées: la intercesión de los santos esposos Ludovico Martin y Maria Azelia Guérin encomendamos las alegrías, las esperanzas y las dificultades de los hogares franceses y en todo el mundo.

Agradezco a los señores cardenales, a los obispos, sacerdotes, personas consagradas, así como a las familias, los grupos religiosos y asociaciones.

Y ahora nos dirigimos con amor filial a la Virgen María.

Aleteia
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