El Pontífice recibido en audiencia a los miembros
de la Comisión Conjunta para el diálogo teológico entre la Iglesia
Católica y la Iglesia Asiria de Oriente
El papa Francisco, al
recordar a los cristianos perseguidos en Oriente Medio y en la historia
indicó que “repetir la señal de la cruz, nos recordará que el Señor de
la misericordia nunca abandona a sus hermanos, sino que acoge las
heridas de ellos en las suyas”.
“Al hacer la señal de la cruz, recordamos las llagas de
Cristo, esas llagas que la Resurrección no borró, sino que se llenaron
de luz”, sostuvo el Papa en la audiencia a los miembros de la
Comisión Conjunta para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y
la Iglesia Asiria de Oriente este viernes 24 de noviembre de 2017.
Del mismo modo, señaló “las heridas de los cristianos” que “se
vuelven luminosas”, porque “se convierten en señales de luz pascual en
un mundo envuelto en tantas tinieblas”.
A los miembros de la Comisión Conjunta para el diálogo teológico
entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria de Oriente, el Pontífice
invitó “a seguir caminando, confiando en la ayuda de tantos hermanos y hermanas nuestros que dieron su vida siguiendo al Crucificado”.
“Ellos, en el cielo ya totalmente unidos, son los predecesores y patronos de nuestra comunión visible en la tierra.
Por su intercesión, también le pido al Señor que los cristianos de
vuestras tierras puedan trabajar, en la paciente tarea de la
reconstrucción, después de tanta devastación, en paz y en pleno respeto
con todos”.
El Papa Francisco expresó que en la tradición siria, “Cristo en la Cruz está representado como Médico bueno y Medicina de vida”.
A tal propósito, rezó a Jesús para que “cierre por completo” las
heridas del pasado de ambas iglesias y que “cure las numerosas heridas
que se abren hoy en el mundo por los desastres de la violencia y de las
guerras”.
Al inicio de la audiencia, el Papa agradeció la visita y las palabras
del Metropolitano Meelis Zaia. Además envió su saludo “fraternal en el
Señor” a Mar Gewargis III (Jorge III), actual Patriarca-Catholicos de la Iglesia Asiria de Oriente y la Antigua Iglesia de Oriente, consagrado en 2015 en cargo.
Francisco recordó con alegría el encuentro que tuvo con Jorge III
hace un año que consideró como “un paso más en el camino para
incrementar la cercanía y la comunión entre nosotros”.
Así rememoró el camino recorrido por “la Comisión Conjunta
establecida tras la histórica firma aquí en Roma en 1994 de la
Declaración Cristológica Común”.
La Comisión planificó dos fases: “una sobre la teología sacramental y otra sobre la constitución de la Iglesia”.
El Papa sostuvo que se puede “mirar todavía con más confianza al
mañana y pedirle al Señor que la continuación” de la Comisión “contribuya
a hacer que se acerque ese día bendito y tan esperado en que tendremos
la alegría de celebrar en el mismo altar la comunión plena en la
Iglesia de Cristo”.
El Obispo de Roma destacó “un aspecto de esta nueva Declaración
Conjunta”. En ella se hace referencia al signo de la cruz como “un
símbolo explícito de unidad entre todas las celebraciones
sacramentales”.
Por ello, expresó que cuando miramos la cruz o hacemos la señal de la
cruz, “también estamos invitados a recordar los sacrificios sufridos en
unión con el de Jesús y a estar cerca de aquellos que ahora llevan una
pesada cruz sobre sus hombros”.
Francisco recordó la persecución de los cristianos en Oriente Medio,
pertenecientes a la Iglesia Asiria de Oriente, junto con otras
Iglesias. Files que son “testigo de violencias brutales perpetradas en
nombre de extremismos fundamentalistas”.
“Las situaciones de ese sufrimiento trágico se arraigan más
fácilmente en contextos de gran pobreza, injusticia y exclusión social,
en gran parte debidos a la inestabilidad, fomentada también por
intereses externos, y por conflictos que recientemente han causado
situaciones de grave necesidad, dando origen a propios y verdaderos
desiertos culturales y espirituales, en los que resulta fácil manipular
e incitar al odio”.
El Papa recordó también el drama del “violento terremoto” en la
frontera entre Irak, “la tierra natal de vuestra Iglesia e Irán”, donde
se encuentran desde “hace mucho tiempo vuestras comunidades, así como
en Siria, Líbano e India”.
Francisco indicó que son momentos de sufrimiento y privación para
estos cristianos de oriente que tuvieron que “abandonar sus tierras,
emigrando a otros países y aumentando la comunidad de la diáspora”.
“Queridos hermanos, continuemos juntos la peregrinación de
reconciliación y paz en la que el Señor nos ha encaminado”, concluyó .
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