Una reunión de los Patriarcas y de los Jefes de las Iglesias de Oriente, convocada por Papa Francisco «en Roma o donde quiera él», para «discutir sobre la situación del Medio Oriente, rezar juntos, buscar soluciones a los problemas».

Es la propuesta que Mar Gewargis III, Patriarca de la Iglesia asiria de Oriente, entregó al Obispo de Roma cuando fue a Roma para encontrarse con él. Y ahora vuelve a proponerla, después de que durante días los cristianos de todo el mundo invocaron juntos, en la oración, el don de la unidad.
Santidad, usted, durante su visita a Roma, tuvo la ocasión de rezar con Papa Francisco por la unidad de los cristianos… 
Cuando nos reunimos, en diciembre, no solo nos abrazamos y no solo hablamos. También rezamos juntos, en la capilla Redemptoris Mater. Cuando nuestra gente ve que los jefes de las Iglesias rezan juntos, ve que son hombres de Dios y no burócratas, crece la esperanza. Por ello le propuse al Papa que convocara una reunión de los Patriarcas y de los jefes de las Iglesias de Oriente, las Iglesias de tradición apostólica, para afrontar juntos la situación del Medio Oriente. Los últimos sucesos, como lo que está sucediendo en Siria e Irak, hacen más fuerte esta necesidad de encontrarnos juntos, como hermanos, para rezar y reflexionar juntos.

¿Y en donde podría ser este encuentro? 
En Roma, o en donde quiera él. Es importante que la propuesta la haga él. Y además del Medio Oriente, podríamos también reflexionar juntos sobre los problemas globales del mundo, que condicionan las vidas de nuestros pueblos y de nuestras naciones. Espero que Papa Francisco tome en consideración esta propuesta. El tiempo que estamos viviendo también nos llama a dar este signo de unidad.

Su predecesor, Mar Dinkha, vivió durante todo su mandato patriarcal en Estados Unidos, en Chicago. Usted ha vuelto a llevar la sede patriarcal al Medio Oriente, a Erbil, en una época en la que los cristianos huyen de esas tierras 
Durante el patriarcado de Mar Dinkha hubo muchos problemas que le impidieron volver. Pero históricamente la Sede patriarcal de nuestra Iglesia es en esa región. Esas son las tierras en las que nuestra Iglesia vivió su inicio. Hemos vuelto a Erbil por un compromiso de testimonio, y también para compartir y hacer que crezca la esperanza en un futuro mejor para los que viven en esas tierras.

La mayor parte de sus fieles viven lejos del Medio Oriente. Muchos cristianos siguen emigrando de esas tierras. ¿No le parecen inútiles todos los llamados a “permanecer” que han hecho muchos jefes de las Iglesias? 
Para mí es un dolor ver que los cristianos dejen el país. Pero la situación no es de las mejores. Cada uno debe tomas sus decisiones siguiendo la propia conciencia, sobre todo cuando tiene la responsabilidad del futuro de los propios hijos. No se puede obligar a nadie a quedarse, cuando teme por la vida de sus hijos, y cuando el presente parece peor que el pasado. El éxodo se acabará cuando vuelva la seguridad de poder vivir una vida tranquila.

Y ahora, mientras todavía se sigue combatiendo la batalla en Mosul, ¿qué puede hacer que vuelva la seguridad? 
Es necesario que el gobierno central y también el gobierno regional del Kurdistán iraquí se unan en un plan común, para liberar al país de los terroristas. Y luego, los países vecinos de Irak y Siria deben hacer lo que les toca. Hay países que hasta ahora han ayudado a los grupos de terroristas. La comunidad internacional, además, mediante la intervención directa de la ONU, debe asumir el compromiso de garantizar la paz. Ya vendrá el tiempo para que vuelvan los desplazados a sus casas, para reconstruir las infraestructuras destruidas por los conflictos. Solo entonces se podrá verificar si los que emigraron al extranjero están dispuestos a volver.

¿Teme usted contiendas o conflictos entre el gobierno de Baghdad y el de la Región autónoma del Kurdistán iraquí? 
Ahora todos están unidos en la lucha contra Daesh (el llamado Estado Islámico, ndr.) y en la liberación de Mosul. Es necesario que los dos gobiernos se hablen y encuentren la manera para comprenderse y el camino que hay que emprender. Pero los demás, las fuerzas externas, tanto regionales como globales, no deben interferir. Si los demás no interfieren desde fuera, se encuentran las soluciones.

Muchos políticos cristianos locales, incluso asirios, han vuelto a hablar de una posible autonomía administrativa para la Llanura de Nínive. Una especie de «hogar» cristiano. ¿Es una hipótesis realista o son sueños del pasado que vuelven? 
Claro, no es una idea nueva. Los asirios son el pueblo autóctono de esas tierras. Los cristianos asirios ya estaba concentrados en la Llanura de Nínive, a lo largo de muchas generaciones, antes de que las convulsiones de la historia los obligaran a emigrar a las grandes ciudades o a otras tierras. Nuestro pueblo tiene un deseo natural de vivir juntos, y también con los caldeos y los sirios, en una zona en la cual poder hacer que crezcan sus hijos aprendiendo su lengua y las propias tradiciones espirituales milenarias. También en Baghdad los asirios estaban concentrados en el barrio de Dora. A final de cuentas, también en Nueva York existen todavía «China Town» y «Little Italy»…

¿Con cuál autoridad habría que discutir la eventual autonomía de la Llanura de Nínive? Se ha hablado de un referéndum para preguntarle a los habitantes de la Provincia de Nínive si se quieren sumar al Kurdistán «independiente»… 
Por ahora, la Llanura de Nínive se encuentra bajo la jurisdicción del gobierno central de Baghdad. Oficialmente sigue existiendo todo dentro del marco del gobierno iraquí. Y desde hace tiempo políticos cristianos le han presentado a ese gobierno las propuestas de autonomía para la Llanura de Nínive. Los representantes del gobierno indicaron que habrían tomado en consideración la petición. No hay que olvidar que la población de la Llanura tiene el derecho de determinar el propio futuro.

También hay políticos y organizaciones occidentales (por ejemplo en Estados Unidos) que se movilizan a favor de la autonomía de la Llanura de Nínive. ¿Qué le parecen estas iniciativas? 
Nosotros apoyamos esta petición como ciudadanos iraquíes. Si luego, desde fuera, llegan señales de apoyo y solidaridad, claro que aceptamos la ayuda. Esa siempre ha sido nuestra tierra, la tierra de nuestros mártires. Sabemos que el futuro encuadre político de la Llanura de Nínive es una cuestión interna, pero también apreciamos la ayuda de quienes quieren colaborar con nosotros para persuadir al gobierno iraquí. Mediante el diálogo y la exposición de nuestras razones, obviamente. Y sin ningún tipo de presión injustificada.

¿Y también las fuerzas de seguridad y los cuerpos de policía entrarían en esa autonomía? 
En la actualidad ya hay grupos de soldados asirios y sirios que se han organizado par la protección y para la seguridad de las aldeas liberadas de la ocupación de Daesh. También han participado en algunas acciones militares. Pero son fuerzas que se formaron con el consenso del gobierno, y se mueven en estrecha colaboración con el ejército de unidad nacional. Si la situación mejora, si vuelve la seguridad, no creo que siga existiendo la necesidad de mantener a estos grupos de auto-protección. No estamos a favor de milicias «confesionales».

Si Mosul es reconquistada por el ejército gubernamental, ¿a dónde irán los yihadistas de Daesh? ¿Será posible «reabsorber» a esa parte de la población que los ha apoyado? 
¿Quién puede decirlo? Los que los seguían por interés, por dinero o por miedo, podrán ser reintegrados. Pero los más fanáticos entre ellos son personas que no aceptan ninguna integración. Seguirán hasta el fondo por el camino de su ideología, que los impulsa hasta el suicidio.

Acaba de tomar posesión el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¿Cuál será el futuro del Medio Oriente con él? ¿Qué le parece su línea de no crear conflictos con Rusia? 
Nosotros tenemos la misma esperanza que tenemos en cada una de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Que el nuevo presidente, sea quien sea, contribuya a que aumente la seguridad en el Medio Oriente, según sus competencias, colaborando con los legítimos gobiernos de la región.

La antigua Iglesia de Oriente nunca ha tenido conflictos teológicos ni dogmáticos directos con el obispo de Roma. ¿Estarían dispuestos a reconocer la Sede de Roma como «Primera Sede»? 
La Iglesia asiria comenzó el diálogo teológico oficial con la Iglesia católica en 1984. Y así comenzó un camino fraternal entre dos Iglesias hermanas. Queremos dar, antes que nada, alegría y esperanza a los bautizados, que ven cómo los líderes de nuestras Iglesias son hermanos en el Señor. Para estudiar la cuestión del primado, habrá que ver cómo se afrontaba y se vivía esa cuestión en los Concilios, sobre todo antes del de Calcedonia, pero también en el marco de la eclesiología de la Iglesia en Oriente y en Occidente durante el primer milenio. Siempre es conveniente ver lo que sucedió en los primeros siglos, antes que se dieran las divisiones.

Ahora, después de la declaración cristológica común de 1994 (CCD), que confesó la fe en Cristo compartida entre los católicos y asirios, ¿de qué se está ocupando el diálogo teológico entre ambas Iglesias?
Estamos afrontando el tema de los sacramentos y de la vida sacramental de la Iglesia. La firma de un documento común al respecto podría llegar en 2017.

¿También se afrontarán los temas de la «communicatio in sacris» y de la hospitalidad eucarística entre ambas Iglesias? 
Nosotros, desde 2001, autorizamos experiencias de hospitalidad eucarística con al Iglesia caldea, en situaciones pastorales que lo exigen. Nuestras comunidades esparcidas por el Occidente tendrían ciertas ventajas si esta práctica estuviera más difundida. En el documento que suscribimos no se alude a la plena «communicatio in sacris» con la Iglesia de Roma, pero se afirma el reconocimiento recíproco de la validez de los sacramentos celebrados y administrados en nuestras dos Iglesias.

La teología y la espiritualidad de la Iglesia asiria insisten con fuerza en la naturaleza humana de Cristo. ¿Esta perspectiva espiritual no podría tener mayor valor como una vía fecunda para el anuncio cristiano en el tiempo que estamos viviendo? 
Las Sagradas Escrituras subrayan la humanidad de Cristo, sobre todo en los Evangelios sinópticos, y en el diálogo teológico con los católicos estamos tratando de que se valorice también esta sensibilidad. Para no olvidar nunca que llegamos a experimentar la naturaleza divina de Cristo también mediante los gestos concretos de su humanidad, y que por esta vía estamos llamados a participar de la naturaleza divina, como dice la segunda Carta del apóstol Pedro.
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