Anastasio Gil, Director de OMP en España
Llama la atención cómo la misma sociedad
a la que le cuesta valorar la labor que realiza la Iglesia aprecia el
trabajo humanitario y evangelizador de los misioneros y misioneras. Su
entrega, servicio y generosidad son el contrapunto del gran pecado de la
indiferencia. El testimonio de sus vidas y, en ocasiones, de sus
palabras ha alcanzado tal reconocimiento social que hasta las voces más
recalcitrantes enmudecen y les otorgan un “estos son distintos”, cuando
en realidad los misioneros son Iglesia que vive las exigencias del
Evangelio.
Tal vez por eso el día del DOMUND es
reconocido y querido por la sociedad española. Esta iniciativa surge
el año 1926, a instancias del papa Pío XI, y desde entonces no conoce
fronteras. El penúltimo domingo de octubre es la principal cita
misionera eclesial en los más de 130 países donde está establecida,
entre los que se encuentra España. En nuestro país nació aquel mismo año
de su institución, de la mano de D. Ángel Sagarmínaga, verdadero
impulsor de un gran dinamismo misionero, que dio abundantes frutos en
cooperación material y, sobre todo, en vocaciones durante el siglo XX.
Cuántos coetáneos nuestros partieron de su tierra a la misión para no
volver. Allí gastaron sus vidas y allí reposan sus cuerpos. Verdaderos
testigos de entrega y donación.
Misioneros de la misericordia
Este es el lema para el DOMUND 2015. La
bula Misericordiae vultus, del Papa Francisco, por la que se convoca un
Año Santo de la Misericordia, ha sido la fuente de inspiración para que
Obras Misionales Pontificias se haya decantado por esta propuesta. En la
imagen del cartel para la Jornada, una misionera que acoge y acompaña a
otra persona. Así de sencillo y así de sublime. Ambas personas son
reales y viven apasionadamente la fuerza de la caridad. La imagen no
trasluce otra cosa más que amor y misericordia. En definitiva, ternura.
El papa Francisco invita a cada persona a sacar de su interior la
capacidad de amar que anida en su corazón. Para ello, anima a descubrir
que el Evangelio es fuente de alegría, de liberación y de salvación para
todos los hombres.
Preciso es reparar en que los misioneros
son radicalmente misericordiosos. Ellos son los que, en la Iglesia “en
salida”, saben adelantarse sin miedo e ir al encuentro de todos para
mostrarles a un Dios cercano, providente y santo. Con su vida de entrega
al Señor, sirviendo a los hombres y anunciándoles la alegría del
perdón, revelan el misterio del amor divino en plenitud. Ellos viven una
profunda vida espiritual, que enriquece su mente y su corazón para
reconocer la acción del Espíritu, les saca de la estrechez de una
espiritualidad limitada y les abre a nuevos horizontes ilimitados, e
indican el camino que cada cristiano ha de recorrer como “discípulo
misionero”.
DOMUND: Prioridad de la evangelización
Por eso, la misión evangelizadora tiene
prioridad. Así lo expresaba el Papa Francisco en su discurso a los
directores nacionales de las OMP el pasado 5 de junio: “La actividad
misionera sigue siendo todavía hoy el mayor desafío para la Iglesia. Y
«¡cómo quisiera encontrar —también para vosotros— las palabras para
alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz,
llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!» (EG 261). […] La fe y
el amor de Cristo tienen la capacidad de empujarnos a todas partes para
anunciar el Evangelio del amor, de la fraternidad y de la justicia. Y
esto se hace con la oración, con la valentía evangélica y con el
testimonio de las bienaventuranzas.”
La celebración del DOMUND será una buena
oportunidad para que todos los bautizados sientan que la humanidad
tiene necesidad del Evangelio. Pero este día no puede improvisarse y
menos aún ser reducido a una ocasión para tranquilizar, aparentemente,
la conciencia con un rezo y un donativo. Desde hace tiempo, esta Jornada
se inserta en el contexto del “Octubre Misionero”, donde cada una de
sus semanas se dedica de manera sucesiva a la oración y el sacrificio,
al fomento de las vocaciones misioneras, a las limosnas y donativos, y a
las comunidades eclesiales misioneras. Este año ofrecen la
particularidad de invitar muy especialmente a que este espíritu
misionero pueda vivirse con generosidad mediante la práctica de las
obras de misericordia, a las que hace referencia el Papa en su
mencionada bula.
AgenciaSIC